Aburrida y sosa

Hace unos días, Javier Cercas escribió un brillante artículo en el que confesaba una particular caída de San Pablo, es decir, la epifanía que para él significó descubrir que la política «es prosa y no poesía; no debe ser épica ni sentimental sino solo aburrida y sosa». Las citas son de Xavier Rubert de Ventós: las dijo hace años en una charla que abrió los ojos al ingenuo Cercas y le vacunó contra la magnificencia de las ideas utópicas. En el mismo artículo, el novelista mostraba su decepción por la deriva independentista de Rubert, el cual, según él, ahora comete los mismos errores que antes denunciaba. Es decir: Rubert, alguien tan cuerdo y sabio, decepciona a Cercas, el cual, gracias al filósofo, sigue pensando que la política no es «la tarea de intentar traer el cielo a la tierra, sino solo mejorar la tierra».

De hecho, yo pienso lo mismo. Coincido con mi amigo escritor: lo que cuenta no es el paraíso sino este valle de lágrimas donde simplemente tratamos de vivir mejor, con más justicia y libertad. Cercas y su estupefacción, sin embargo, se equivocan de sujeto. No se trata de entristecerse por el cambio en la percepción del maestro sino de preguntarse por qué Rubert, amante de la prosa, se alía ahora con la poesía. Quizás porque hay un día en que te das cuenta de que solo se puede mejorar la tierra si imaginas un cielo. Solo puedes volver a ser aburrido y soso si, durante un tiempo, eres épico y sentimental.