Abrirnos a los socialistas decepcionados

CARLES CAMPUZANO

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Hace unas semanas la publicación de una entrada en el blog motivó una muy interesante respuesta del amigo Jordi López Camps. En mi entrada, reclamaba una Convergència que pusiera más hincapié en su dimensión social como parte de la imprescindible puesta al día de nuestro partido. El tiempo histórico concreto que vivimos nos lo exige.

Con Jordi, que se sintió interpelado, compartimos ideas y valores, y sobre todo la necesidad de rehabilitar la democracia, recuperar la economía y rehacer el contrato social que articula la comunidad en la que vivimos. Una convergencia de miradas desde trayectorias políticas diferentes. En mi caso lo hago desde más de 30 años de militancia en CDC; Jordi lo hace, desde más de 30 años de militancia social y cristiana, buena parte de ellos en el campo del socialismo democrático que ha representado el el Partit dels Socialistes.

Desde el centro y desde la izquierda, CDC y PSC han articulado y construido el país que tenemos; con sus carencias y sus debilidades, pero también con sus aciertos y sus fortalezas. Sin complejos, unos y otros, podemos reivindicar que la Catalunya de hoy, a pesar de todo, es infinitamente mejor que la Catalunya de antes del 77. Podemos afirmar, como diría un norteamericano, que hemos ayudado a hacer de la transformación del país una verdadera ‘success story’; y aún más, podemos decir que también mucha de la energía positiva que en los últimos años ha irrumpido en Catalunya es el resultado de la intensa normalización nacional que todos juntos hemos protagonizando.

El espacio central que CDC y PSC han representado históricamente ya no es el mismo, porque efectivamente durante estos últimos años el país, sus necesidades y prioridades son también otras y las generaciones que han llegado a la madurez y a las responsabilidades también piden, en muchos sentidos, otras maneras de hacer política. El agotamiento del modelo de la Transición, la exigencia de dignidad y reconocimiento que representa el Derecho a Decidir y las causas y los impactos de la crisis transforman la clásica centralidad catalana.

Ciertamente, pero los países para progresar y transformarse en positivo, evitando la fragmentación política y la fractura social, necesitan conformar amplios espacios centrales que doten de músculo a la acción política, representen mayorías muy sólidas y sepan confrontarse con la realidad desde una mentalidad de gobierno. Este espacio en Catalunya no puede quedar huérfano. 

Hará falta, pues, una nueva centralidad, que hoy necesariamente debe estar ligada al derecho a decidir, a una mejor democracia y a la necesidad de conseguir "una sociedad más justa, equilibrada, abierta y, por qué no, más fraternal y feliz", en palabras de Jordi López.

Para mucha gente que proviene del campo del socialismo democrático, el PSC ya no es aquella herramienta útil que fue; desde CDC tenemos el deber y la obligación, desde la generosidad, de abrir nuestras puertas a todos aquellos que nos quieran ayudar a conformar y fortalecer este nuevo espacio central que debe representar a las clases medias del país. De hecho, ya lo hemos empezado a hacer, con la experiencia de la Casa Gran del Catalanisme.

Todo ello tampoco es tan extraño; CDC nació con la voluntad de vertebrar un amplio espacio político del centro-izquierda catalanista con mentalidad de gobierno. Ahora toca.