Gente corriente

Raúl Santaella: «Llevar al Dalái Lama en la limusina me dio suerte»

Emprendedor al volante. Empezó de peón de obra, paseó a ricos y famosos y hoy es dueño de una limusina.

Raúl Santaella.

Raúl Santaella.

NÚRIA NAVARRO

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La historia de Raúl Santaella (Barcelona, 1981) demuestra que los sueños se pueden conquistar si uno es tenaz. De cada camino que emprendió -la obra, la cadena de montaje, la prisión, los viajes, los coches de lujo- sacó una lección que le ha valido para crear su propia empresa en tiempos adversos.

-A los 16 años me empleé como aprendiz de peón de obra. Luego pasé a la cadena de montaje de la Seat, pero vino el bajón de la automoción, necesitaba un cambio y entré en Can Brians, a trabajar en los economatos. Pocos aguantaban ahí por 1.300 euros, pero aprendí a buscarme la vida y a no dejarme engañar. Luego me fui a Australia, a aprender inglés.

-Inquieto, usted.

-Pero siempre había querido ser chófer de limusinas. Una vez alquilé una para una boda familiar y me impresionó. Entregué mi currículo en una empresa de vehículos de lujo -la mayoría Mercedes clase S- y me cogieron. Al primer famoso que llevé fue a Enrique Iglesias, durante tres días de promoción por Barcelona.

-¿Y?

-Me pareció muy simpático. También llevé a Michael Bublé, a Andy Fletcher de Depeche Mode, a The Coors, a Shakira...

-¿Con o sin Piqué?

-Debo guardar secreto profesional.

-Lástima.

-También llevé a Scarlett Johansson durante el rodaje deVicky Cristina Barcelona a hacer unos recados. Recuerdo que era verano y llevaba un fular y una gorra. Digamos que no fue muy simpática.

-Vaya. ¿Con qué cliente se queda?

-Con el Dalái Lama. Yo quería ir a su conferencia en el Palau Sant Jordi, como público. Así que me decepcionó un poco saber que aquel lunes trabajaba. Pero resultó que a quien transportaba en el monovolumen Viano era al propio Dalái Lama. Lo trasladé al Palau de Pedralbes, a la Generalitat, a la Casa del Tíbet. Llevarlo por Barcelona me dio suerte. Ha sido el cliente más humilde. Siempre sonríe. A todo el mundo.

-¿Otros resultan menos amables?

-Hay mucho que quiere aparentar. Pero no entre los ricos y famosos, sino entre sus subalternos. He conducido a los Saud, de Arabia Saudí, y son gente de trato exquisito. También he llevado a las mujeres y los niños de la familia saudí Busham al McDonald's del Port Olímpic un día sí y otro, también.

-¿Algún otro servicio especial?

-He acompañado a clientes a hacershopping toursycigars shopping.

-¿Cigars shopping?

-A comprar puros. He visto a algún empresario, como el expresidente del Besiktas de Estambul, dejarse más de 1.000 euros en cigarros.

-¿Se intima con los clientes?

-Con algunos tienes una relación más especial. El año pasado llevé a Luis Figo, que vino para la liguilla y la semifinal de la Champions. Soy socio del Barça desde que tengo tres años. ¡Imagínese! Pues con él hubofeeling. Me preguntó si iba a ir al Camp Nou, le dije que había alquilado el carnet para toda la temporada y le pidió al presidente del Inter, a Massimo Moratti, que me diera una entrada. Presencié el partido entre los familiares de los jugadores.

-Las entradas emocionan, pero ¿y las propinas?

-Españoles, italianos y franceses son poco amigos de las propinas. Los americanos y los árabes sí las dan. Yo he recibido 400 o 500 euros por un servicio de una semana de unos clientes árabes que tenían el yate amarrado en el Maremagnum, y tengo compañeros que han llegado a recibir 1.000.

-¡Qué generosidad! Eso es que dan un servicio fetén.

-Ofreces disponibilidad, cultura, discreción, buena presencia. Cuando el cliente tiene un problema, deja de sersuproblema y estuproblema. Por ejemplo, cuando entró en erupción el volcán de Islandia y se cancelaron los vuelos, después de 12 horas de servicio, tuve que llevar a un ejecutivo a Francia.

-Usted ha llevado su vida más allá.

-Hace dos años me saqué el carnet de camión y me metí en el mundo de las limusinas Hummer. Vi cómo se organizaban las fiestas y despedidas de solteros. Luego me fui a Nueva York y trabajé en la zona vip de una discoteca de Queens. Y al volver...

-Ya oigo el redoble de tambores.

-En plena crisis financiera, monté un plan de empresa y, tras llamar a las puertas de muchos bancos, logré un microcrédito. Compré mi limusina -un Lincoln Town Car- y he montado mi empresa de organización de eventos (www.luxuryeventsbarcelona.com), cuya delegación en Zaragoza abriré la próxima semana.