Pequeño observatorio

La cara impasible de Putin

JOSEP MARIA ESPINÀS

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No es raro que aquellos personajes que abandonan, a las buenas o a las malas, un papel importante en el ámbito político, se aseguren un futuro cómodo, por decirlo con una palabra discreta. Es lógico que, habiendo tenido una determinada capacidad de influencia en la sociedad que tiene más poder, su retirada se vea bien compensada por algún cargo o alguna función más o menos importante, pero siempre bien retribuida.

En los países democráticos, esos beneficios privilegiados suelen ser perfectamente legales. En las dictaduras la situación es posible que sea otra. Naturalmente, existe también la solución del asesinato, el encarcelamiento y la reducción a la miseria de quien ha sido descabalgado del poder por la violencia.

Confieso que la cara deVladimirPutin, el presidente de Rusia, nunca me ha gustado.Stalintenía cara de campesino cruel,Gorbachovparece uno de esos funcionarios adaptables yYeltsinera un líder populista que demostró ser más amigo de la buena vida que de la sequedad dictatorial. Sospecho que el ser, seguramente, demasiado humano y poco hábil en la gestión política influyó en su retirada. En un momento determinado se vio obligado -le obligaron, para que el sistema no se hundiera- a ceder su puesto. Y designó como sucesor -o le obligaron a designarlo, ya que las dictaduras hacen estos juegos de manos tramposos- a Putin,un hombre de expresión glacial; el hombre parapetado. Ya he dicho que su rostro no me resulta simpático, pero está claro que en Rusia, como antes en la URSS, la cara tiene poca importancia.

Supongo que no se inmutó nada cuando (en cuantoYeltsinle traspasó el poder) firmó un decreto tan favorable a su antecesor, tan lleno de agradecimiento, que rezaba lo siguiente: «El presidente dimitido tendrá inmunidad, no podrá ser procesado penal ni administrativamente, ni detenido, ni registrado y ni tan solo interrogado».

¡Ni interrogado! Era una forma de garantizar queYeltsinno tendría que dar ninguna explicación sobre la fortuna que había acumulado, él y su familia.

Que haya paz, pues, entre los líderes que se van y los líderes que empiezan. Magnífica solución. Después,Putinno fue tan pacifista: es quien impulsó la solución militar del problema de Chechenia.

Que a mí no me guste su cara, lo reconozco, no tiene ninguna importancia. Seguramente es un prejuicio estético.