Geometría variable

El PSC, oscuro objeto del deseo

JOAN TAPIA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

¿Qué debe hacer el PSC? Lo que más sorprende es que los socialistas sean ahora el oscuro objeto del deseo. CiU (ahora unida) le pide que vote a favor, como los partidos soberanistas del pacto de diciembre, unidos en dos preguntas pero divididos sobre el cómputo del resultado. El PP exige que esté monolíticamente en contra. Para un partido en decadencia -en esto coinciden soberanistas, PPC y Ciutadans- no está mal. Pere Navarro podría repetir aquello de «ladran, luego cabalgamos». Curioso: los que predican el derecho a decidir quieren forzar la postura del PSC, que con el 83% de los votos de su Consell Nacional -máximo órgano entre congresos-, decidió no votar la resolución. Saben que la consulta no se hará porque no será legal y que Artur Mas prepara elecciones plebiscitarias.

Pero el agit-prop nacionalista exige que los patriotas del PSC rompan la disciplina de voto. Me quedo con el tuit de Ignasi Guardans, exdiputado de CiU: «¿Permitiría CDC que alguno de sus diputados votara en contra?»

Lo que pasa es que el PSC tiene un serio problema porque fue siempre el que más apostó por incrementar el autogobierno dentro de una España democrática y la sentencia del Constitucional fue un sopapo. El PSC fue el más castigado, sin culpa porque la campaña contraria la hizo el PP y entonces un José Luis Rodríguez Zapatero acobardado no lo defendió con uñas. Y José Montilla no calibró bien el varapalo. Desde entonces gran parte del catalanismo sostiene -no sin argumentos- que la via estatutaria está muerta.

Pero más allá de la protesta hay que mirar al futuro. Es legítimo exigir la independencia, pero sería estúpido que los que no la desean hicieran de comparsa. Y muchos catalanistas creen que no conviene porque tendría costes morales y económicos altos (otra cosa es que a medio plazo Catalunya no fuera viable, que lo sería) y nos dejaría, como mínimo, algún tiempo al margen de la Unión Europea. Hasta Jordi Pujol lo admite al decir que la solución sería armar mucho ruido en la calle. ¡Curioso, para el líder de un partido de orden! Pero legítimo. Y quizás tenga razón. Nadie tiene la bola de cristal.

Pero los no creyentes no deben rezar en vano. Pedir la consulta sin pactarla antes solo busca que el 40% de catalanes que prefieren un Estado independiente (han subido mucho) engorden a base del 70% que -irritados por los ninguneos- apuestan por el referendo como salida. Es una estrategia hábil -y bastante deshonesta- de CDC y ERC. Cierto que Josep Antoni Duran Lleida la jalea, pero tiene difícil oponerse porque electoralmente es esclavo. Y los excomunistas de ICV, simpáticos pero con tendencia a vivir en las nubes, siguen. No debería ser el caso del PSC, un partido de gobierno sólido, con cantera de votos propios y que quiere superar el fracaso del Estatut con una reforma constitucional. Difícil, por descontado, pero no más -y menos traumático- que soñar con Kosovos.

Además, el Estatut no fracasó solo por culpa de España, sino también porque el pacto Zapatero-Mas (a los dos por motivos distintos les enervaba el tripartito) expulsó del consenso a ERC. Se rompió la unidad catalanista y la votación del Estatut (con menos del 50% de participación y ERC en contra) no fue rotunda, lo que envalentonó a los contrarios. Ahora CDC y ERC apuestan por la independencia. Vale, pero los federalistas deben defender sus razones. Sin timidez, sin complejo gallináceo y sin confundirse con los contrarios al Estatut.

El debate a cara de perro no es cómodo, pero si el PSC cree que la apuesta separatista es un error, no puede transitar -por confort moral- por una camino que no cree viable ni conveniente.