PASEOS CON HISTORIA

Sé un científico en 7 pasos

Rutas tras los fósiles, las moléculas y las fórmulas que descifran Barcelona

Michele Catanzaro

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

— 1—

LO QUE MUEVE LA CIUDAD

Alrededor del parc de la Ciutadella

Agua, gas, petróleo, electricidad, carbón, sol… Las distintas fuentes de energía empleadas en Barcelona han dejado su marca en la ciudad. Las excavaciones en el Mercat del Born han sacado a la luz numerosos antiguos talleres artesanos a los dos lados del Rec Comtal. La explicación: el agua movía molinos y proporcionaba energía. Hubo que esperar a la época moderna para que entraran en juego nuevas fuentes de potencia.

En el siglo XIX, el gas y el petróleo compitieron por el alumbrado de la ciudad. En 1885, la calle de n'Amargós (cerca de la plaza de Urquinaona) se convirtió en la primera de Barcelona en ser completamente iluminada con petróleo, como recuerda una placa de cerámica. No obstante, esta fuente acabó capitulando ante el gas.

La torre de aguas de la Sociedad Catalana para el Alumbrado por Gas, construida en 1906 por Josep Domènech i Estapà en el Parc de la Catalana (al lado de la Barceloneta) es testigo de ese poderío. No obstante, también el gas cedió el paso, esta vez a la electricidad.

En 1897, el arquitecto Pere Falqués fabricó en la calle Vilanova (cerca de la estación del Norte) una central de tochos rojos de aire británico, con dos grandes naves y viviendas para los empleados.

Se pueden encontrar rastros de la época de las máquinas de vapor en la calle Salvador Espriu, entre la estación del Norte y la de Francia. Aún queda una gran chimenea de la fábrica de harinas y destilados Folch. El paseo puede acabar con la energía del futuro, en la enorme placa solar del Forum.

CÓMO IR: busca en Google 'Circuits! Passejades per la Ciència i la Història a Barcelona' y descarga los pdf


— 2—

‘VINTAGE’ INDUSTRIAL EN SANT ANDREU

Sant Andreu

{"zeta-legacy-image-100-barcelona":{"imageSrc":"https:\/\/estaticos.elperiodico.com\/resources\/jpg\/7\/0\/1491927278507.jpg","author":"RICARD CUGAT","footer":"Un hombre pasea ante la antigua f\u00e1brica Fabra i Coats, que forma parte de los paseos organizados por Hist\u00f2ries de la Ci\u00e8ncia.\u00a0"}}

"Lo más curioso son las anécdotas del público asistente", afirma el investigador en Historia de la Ciencia Miquel Carandell sobre los paseos que organiza su asociación: Històries de la Ciència.

"En el caso de Sant Andreu, es muy interesante escuchar los testimonios de extrabajadores de la Fabra i Coats o de la Maquinista: son historias difíciles de encontrar en los libros de historia habituales", añade.

Desde el 2014, la asociación se ha comprometido a utilizar la investigación académica en historia de la ciencia en Barcelona para realizar paseos divertidos pero rigurosos. El itinerario de Sant Andreu explica cómo un pequeño pueblo agrícola se convirtió en un potente centro industrial.

Las grandes protagonistas son las dos fábricas. La Fabra i Coats, que al aglutinar diversas fábricas textiles acabó empleando a tantos vecinos de Sant Andreu que se convirtió en una especie de colonia industrial urbana.

Y la Maquinista, emblema de la industria metalúrgica catalana y empresa que fabricó las primeras locomotoras, el primer funicular del Tibidabo, el dique flotante del Puerto de Barcelona y las cubiertas de los mercados de Barcelona y de la estación de Francia. "Además de las fábricas, hablamos de cómo era la vida de los trabajadores", concluye Carandell.

CÓMO IR: contacta con la asociación Històries de la Ciència para organizar una visita guiada. 


— 3 —

FÓSILES EN LAS PAREDES

Del Gòtic a plaza Catalunya

Las cuatro columnas que guardan la puerta principal del Palau de la Generalitat vienen nada menos que del mítico reino de Troya. Las pedreras de Daylan, en Turquía, formaban parte de los dominios de la ciudad conquistada por Ulises con su famoso caballo.

De esas minas, formadas hace 25 millones de años, se sacaron esas cuatro columnas de granito violetto. Hace 1.800 años, se esculpieron para aguantar las vigas de un templo en Tarragona. Luego se reciclaron en una iglesia. Finalmente, en 1598 acabaron en el palacio barcelonés. 

Historias como esta se revelan a los usuarios de la aplicación para móviles y tabletas Bcn-Rocks, creada en el 2016 por la Universitat de Barcelona y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

La app, que cubre el área del barrio Gòtic y el paseo de Gràcia («en base a la disponibilidad de wifi gratuito en la ciudad», explica el geólogo Xavier Delclos, uno de sus creadores), genera recorridos que descubren las rocas que forman el paisaje urbano.

Se puede empezar contemplando la piedra de Girona de las ventanas de la Casa de l’Ardiaca, una roca formada por cáscaras fósiles de animales prehistóricos.

Tras pisar el travertino (una roca muy empleada en la antigua Roma) de la plaza de Sant Jaume, se aprende a reconocer la piedra de Montjuïc de los edificios de los alrededores.

La app te guía hacia la fachada en azul labrador claro del Portal del l’Angel, 42 y te explica cómo podrías fabricar tu propia versión de esa roca ornamental. Finalmente, te lleva hacia los granitos Rosa Porriño y Gris Mondáriz de la plaza de Catalunya, 21.

A lo largo del trayecto, el usuario puede intentar adivinar si esas rocas surgieron de un volcán o de fósiles y descubrir cuáles eran las piedras preferidas de cada época. 

CÓMO IR: descarga en el móvil la aplicación <strong>BCN-Rocks</strong>


— 4 —

MUJERES DE CIENCIA

Del Gòtic al Raval

{"zeta-legacy-image-100-barcelona":{"imageSrc":"https:\/\/estaticos.elperiodico.com\/resources\/jpg\/8\/3\/1491925591238.jpg","author":null,"footer":"Retablo de Sant Bartomeu y Santa Isabel, en la catedral de Barcelona"}}

Una mujer que cura a unos leprosos: es una de las imágenes de Santa Isabel -pintada en 1401- que se puede ver en la capilla dedicada a ella de la catedral de Barcelona. ¿Cómo se explica si entonces estaba prohibido a las mujeres actuar de médicos? En realidad, la contribución femenina a las ciencias es muy antigua, aunque su papel se ha omitido a menudo.

Uno de los circuitos diseñados en el 2005 por Pere Guaita y Yolanda Insa, de la secretaría de universidades de la Generalitat, revela el rastro de las mujeres científicas en Barcelona. 

El primer personaje que se encuentra es Reginó, mujer y judía del Call de Barcelona, que sin embargo recibió importantes honorarios de Pere III el Cerimoniós por sus artes médicas. En el colegio de cirujanos, en el Raval, encontramos a Dolors Aleu, la primera mujer que consiguió un doctorado en medicina en España, en 1882.

A pocos pasos, en la casa de la Maternitat, conocemos a Rosa Viñals, cirujana, comadrona y directora de la revista 'La mujer y la higiene'.

Finalmente, en la sede central de la Universitat de Barcelona nos topamos con Maria Capdevila, que en ese edificio fue profesora de astronomía y física a principios del siglo XX. En el paraninfo de la universidad aparecen los retratos de académicos destacados. Entre ellos, solo una mujer: la filósofa nacida en 1594 Juliana Morell.

CÓMO IR: busca en Google 'Circuits! Passejades per la Ciència i la Història a Barcelona' y descargar los pdf


— 5—

LA BARCELONA QUE HACE TIC TAC

En toda la ciudad

{"zeta-legacy-image-100-barcelona":{"imageSrc":"https:\/\/estaticos.elperiodico.com\/resources\/jpg\/3\/3\/1491925591233.jpg","author":null,"footer":"El reloj de sol bifilar instalado en la playa de Bogatell.\u00a0FABRIZIO CORTESI"}}

En la segunda mitad del siglo XIX, reinaba en Barcelona una verdadera anarquía temporal. Cada iglesia tocaba las horas cuando le parecía oportuno y no había manera de sincronizarse. El asunto era complicado en una ciudad que vivía una impetuosa industrialización.

Así, en 1886, la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona creó un servicio cronométrico científico. Un acuerdo con el ayuntamiento, firmado en 1891, sancionó que esa hora era la oficial de la ciudad.

Así que el reloj de la fachada de la Academia en la Rambla (hoy un dispositivo electrónico de precisión) es un buen punto de partida para un paseo entre las decenas de singulares relojes que se hallan en la ciudad. 

Los hay famosos, como el que da vueltas encima del edificio del BBVA en la plaza de Catalunya; estilosos, como el reloj modernista iluminado que está encajado en el suelo delante del Departament de Governació (Via Laietana, 69), y curiosos, como el de la entrada de L’Illa Diagonal (calle Numància, 168), con los números huidos del cuadrante.

Curiosamente, los más modernos han vuelto al sistema antiguo del reloj de sol: es el caso del bifilar de la playa de Bogatell, de 1993, y del analemático de la plaza de la Reina María Cristina, de 1997.

CÓMO IR: consigue el libro 'Paseos por la Barcelona científica', de Xavier Duran y Mercè Piqueras (Ajuntament de Barcelona, 2002). 


— 6—

EL SEGUNDO ZOO DE BARCELONA

Del paseo de Sant Joan a la Rambla de Catalunya

{"zeta-legacy-image-100-barcelona":{"imageSrc":"https:\/\/estaticos.elperiodico.com\/resources\/jpg\/1\/4\/1491925651441.jpg","author":"VIOLETA PALAZ\u00d3N","footer":"El libro 'Barzoolona' sugiere visitar el toro y la jirafa de la Rambla de Catalunya.\u00a0"}}

Barcelona tiene un segundo zoo, hecho de animales de piedra, cemento y metal. Algunos son archifamosos, como la salamandra del Parc Güell o el mamut de la Ciutadella.

Pero hay muchos más. Al dibujante Jordi Duró le divertía buscarlos y esbozarlos con su hija. El juego se ha convertido en 'Barzoolona', una guía confeccionada a cuatro manos con la editora infantil Laia Falcón. 

Uno de los paseos sugerido por el libro empieza en el paseo de Sant Joan (entre Còrsega y Rosselló), donde se encuentra la famosa estatua de la Caperucita acompañada por el lobo. 'Barzoolona' nos cuenta que este animal tiene un olfato 100 veces mejor que el de un humano y puede recorrer hasta 1.000 kilómetros seguidos.

Al bajar hasta la Diagonal, se ve el gran anuncio publicitario de los 70 en forma de búho. La guía destaca que el ave mira hacia el oeste, donde se pone el sol, ya que es la criatura nocturna por excelencia.

El paseo puede acabar con el toro y la jirafa de la Rambla de Catalunya. Los autores informan que el primero produce 200 litros de saliva diarios, y la segunda tiene una lengua de 50 centímetros. La guía sugiere también manualidades, como origamis en forma de animal, que se pueden hacer para prolongar la experiencia al volver a casa.

CÓMO IR: hazte con el libro 'Barzoolona. De Safari per la Ciutat', de Jordi Duró y Laia Falcón (La Galera, 2017). 


— 7—

Innovación junto al mar

De las Drassanes al Moll de Pescadors

{"zeta-legacy-image-100-barcelona":{"imageSrc":"https:\/\/estaticos.elperiodico.com\/resources\/jpg\/6\/9\/1491925530896.jpg","author":null,"footer":"Edificio del Parc de Recerca Biom\u00e8dica de Barcelona. Alberga algunos de los centros de investigaci\u00f3n m\u00e1s din\u00e1micos.\u00a0M\u00d2NICA TUDELA"}}

Las Drassanes, probablemente las mayores y mejor conservadas atarazanas medievales del mundo, albergan el archivo del pionero de los submarinos Narcís Monturiol (1819–1885). La reproducción de su primer submarino, emplazada delante de las Drassanes, fue contruida para la película de 1993 '<strong>Monturiol, el senyor del mar</strong>'.

Por alguna razón, el frente marítimo ha sido siempre una zona caliente de la innovación en Barcelona. En la cercana Llotja, se sacaron algunas de las primeras fotografías (daguerrotipos) de España. La Junta de Comercio, emplazada en este edificio, fue la impulsora de la Escuela de Física Experimental, en 1814, que luego se integraría en la escuela industrial. 

Otro hito innovador del frente marítimo es el faro y reloj del Moll de Pescadors. Este fue uno de los puntos de medida empleados por el astrónomo francés Pierre Méchain entre 1792 y 1794 para llevar a cabo sus triangulaciones.

Para completar este paseo de la innovación, se puede caminar a lo largo de la playa hasta el espectacular edificio del Parc de Recerca Biomèdica de Barcelona (Dr. Aiguader, 88), que alberga algunos de los centros de investigación más dinámicos de la ciudad. 

CÓMO IR: busca en Google y descarga el artículo 'The physical tourist. Physical science in Barcelona', de Antoni Roca-Rosell y Xavier Roqué