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Este hombre diseñó el Holocausto

'El hombre del corazón de hierro' recrea la vida y la muerte de una de las figuras nazis más terribles

'El hombre del corazón de hierro', la película de un nazi monstruoso

'El hombre del corazón de hierro', la película de un nazi monstruoso

NANDO SALVÀ

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Reinhard Heydrich era alto, rubio y de ojos azules, casi una caricatura del ario perfecto. También era el nazi más nazi, el hombre idóneo para hacer realidad de la forma más horripilantemente eficaz los sueños genocidas de Hitler. Odiaba con pasión a todos los judíos, gitanos, homosexuales, iglesia católica, masones, discapacitados, comunistas, la Unión Soviética, socialistas, liberales, demócratas y en general a todo aquel con ideas distintas a las suyas respecto a cómo hacer Alemania más grande.

Algunos lo llamaban Dios de la Muerte; el propio Führer prefería halagarlo refiriéndose a él como 'El Hombre del Corazón de Hierro'. Ese es precisamente el título del 'biopic' que hoy se estrena en España. Basada en el best seller 'HHhH', publicado por Laurent Binet en el 2012, la película recrea tanto la evolución de Heydrich hasta convertirse en ideólogo del Holocausto como la llamada 'Operación Antropoide', que acabó con su asesinato.

DOTADO PARA LA MÚSICA Y EL DEPORTE

La película no se atreve a dar explicaciones absolutas sobre cómo un joven dotado para la música y el deporte llegó a convertirse en semejante monstruo, aunque los expertos sugieren que su rabioso afán de exterminar judíos fue en parte producto de las injurias que en el pasado habían atribuido sangre judía a su familia. Heydrich ingresó en el ejército germano en 1922, donde alcanzó el grado de alférez antes de ser expulsado a causa de un lío de faldas.

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En 1931, un amigo de la familia lo presentó a Heinrich Himmler, que inexplicablemente lo designó jefe del Servicio de Inteligencia de las incipientes SS, el SD. Heydrich no tardó en convertirlo -y, como parte de él, también a la Gestapo- en uno de los órganos de represión estatal más brutales que el mundo ha conocido.

EN LOS MOMENTOS SIGNIFICATIVOS

Las huellas de Heydrich se encuentran en todos los momentos más significativos del Tercer Reich. En 1934 fue el responsable de redactar listas de aquellos rivales de las SS en el seno del partido nazi que luego fueron arrestados y ejecutados. En 1938 fue uno de los coordinadores de los ataques antisemitas por toda Alemania y Austria de la Noche de los Cristales Rotos.

Y en 1939 diseñó el ataque falso a una emisora de radio alemana cerca de la frontera polaca que los nazis utilizaron como excusa para invadir Polonia. En otras palabras, puede decirse que fue Heydrich el responsable último del inicio de la Segunda Guerra Mundial.

A partir de entonces se propuso limpiar Europa de judíos. Una de sus primeras ideas fue mandar a millones de judíos a Madagascar, pero aquello no resultaba práctico. Había que hacer algo inmediato con los millones de judíos que los nazis encontraron primero en Polonia y después en los territorios soviéticos que fueron ocupando. Ese algo fueron los 'Einsatzgruppen', los escuadrones de la muerte que en dos años asesinaron a más de dos millones de personas.

Finalmente, la gran solución que encontró al 'problema' judío fue la Solución Final. Fue Heydrich, en efecto, quien convocó y presidió la infame Conferencia de Wannsee, que el 20 de enero de 1942 dio luz verde a la deportación y genocidio de todos los judíos de Europa.

Hay quien dice que el Dios de la Muerte fantaseaba con suceder a Hitler. Quizá lo habría logrado si el 27 de mayo de 1942 dos miembros de la resistencia checoslovaca no hubieran hecho saltar por los aires el Mercedes descapotable en el que viajaba por las calles de Praga. Falleció en el hospital unos días después.

VENGANZA POR SU MUERTE

Su muerte tuvo un coste terrible. No solo no detuvo el Holocausto sino que lo aceleró: la venganza nazi se tradujo en la muerte de miles de checoslovacos y la deportación de decenas de miles de ellos a los campos de exterminio. Y, lejos de dar alas al movimiento de resistencia checo, las represalias acabaron con el sometimiento total del país ocupado.

En última instancia, pues, lo más interesante del Hombre del Corazón de Hierro es la pregunta sin respuesta que su figura genera: ¿valió la pena su muerte?

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