tú y yo somos tres

La vida es un 'chupa chups'

FERRAN MONEGAL

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"Tú crees que la tele está matando un determinado tipo de circo?»ú le preguntó <b>Enric Calpena</b> a <b>Tortell Poltrona</b> (Fora de sèrie, TV-3). Y el célebre payaso contestó: «Lo que está matando la tele es a un determinado tipo de género humano». ¡Ah! No sale muy amenudo Tortell en la tele, pero cuando lo hace, en casa toda mi familia parem l'orella.

Estaban charlando los dos en ese lugar del Montseny en donde <b>Tortell</b> tiene montado el Circ Cric, y de pronto le llevó hacia el interior del bosque y le enseñó una palmera. Calpena quedó estupefacto. Exclamó: «¡Una palmera en el Montseny!». Y Tortell puntualizó: «Es una palmera refugiada». Efectivamente. Una palmera sin fronteras. Tortell, como payaso, como artista, es excepcional. Pero como persona es un ejemplar de los que ya no quedan. Criatura en peligro de extinción. Es como la palmera del Montseny: una rareza. Aunque mantiene, con enorme humildad que en toda su vida jamas ha tenido una idea, la verdad es que las tiene. Y luminosas.

«La vida es un chupa chups» dijo en un momento dado. «Primero le quitas el papel y lo tiras. Error: más tarde te das cuenta que deberías haberlo guardado. Y luego vas chupando, vas lamiendo y, cuando te quieres dar cuenta, sale la punta del palo por el extremo de arriba y la bola azucarada ya se ha quedado pequeña».

O sea, la poética como instrumento crítico de reflexión. Admirador de la emoción que transmite el circo francés, y poco aficionado al show del Cirque du Soleil, Tortell se marchó de Barcelona en el 92, porque los Juegos Olímpicos le producen urticaria severa. Ha dejado su huella de payaso en medio mundo. Sembró de risas los Balcanes cuando parecía que allí solo había lugar para la guerra. También en Sri Lanka tras el tsunami, y en la Haití del terremoto. De política y políticos habla poco. Creo que le hastían y no se fia de ellos un pelo. Solo dijo: «Cuando miro a mis nietos, me inquieto». Suficiente.

Estos encuentros de Fora de sèrie son fluctuantes. Algunos nos han revitalizado las neuronas. Otros han sido una pérdida de tiempo. Hace unas semanas, <b>Gemma Nierga</b> estuvo con <b>Miquel Roca</b>. Ella le preguntaba, le insistía, se esforzaba buscando respuestas sobre la infanta, los Pujol, la defunción de Convergència... Pero Roca se evadía. Esquivaba. Con elegancia, pero también con un escapismo tremendo. Gemma le tuvo que decir, con absoluta cordialidad y respeto: «Es usted un poco anguila, señor Roca».