LA ÚLTIMA ENTREVISTA

Semprún: "He intentado que todo quede enrevesado"

La biografía 'Lealtad y traición' fue el tema de la conversación que EL PERIÓDICO mantuvo a finales del 2010 con el escritor en su casa de París

Jorge Semprún, en su casa de París, el 23 de noviembre del 2010.

Jorge Semprún, en su casa de París, el 23 de noviembre del 2010. / periodico

ELENA HEVIA / París

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Jorge Semprún recibió a este diario en su apartamento deParísa finales del año pasado y EL DOMINICAL publicó laentrevista surgida de aquel encuentro el 5 de diciembre. El eje central de aquella charla fue la aparición del libroLealtad y traición, unabiografía suya que realizó la alemana Franziska Augstein. Aquí recogemos algunos pasajes de su última entrevista conEL PERIÓDICO.

--Si hemos de atenernos a lo que cuenta el libro Lealtad y traición

--Puede que yo sea un misterio para mi mismo.

--René Char decía: "Las mujeres son amorosas y los hombres, solitarios". ¿Qué sentido tiene para usted?

--Es bastante abstracto. Hay gente que ha interpretado que soy un tipo profundamente misógino a partir de mis libros y de algunos de mis guiones cinematográficos. En mis libros todas las mujeres toman la iniciativa. Los personajes masculinos, por el contrario, son seducidos más que seductores.

--Y a veces son destruidos por ellas. ¿Usted las ha percibido como una amenaza?

--Si yo me sometiera a psicoanálisis, me tumbara en este diván y le contara cosas, es posible que encontráramos el origen personal de esa idea. Pero en los libros he intentado que todo quede debidamente enrevesado y oculto. Como lo está en mi. En un momento dado, puedo aceptar mi misoginia y al segundo siguiente decir que no hay nada de misoginia en mi vida cotidiana. Nada.

--¿Cree que esta biografía habría sido distinta si la hubiera escrito un hombre?

--Sí,porque su enfoque habría sido sobre todo político. El problema fundamental para un hombre habría sido indagar y comprender porqué la vida de este hombre que soy yo tiene un núcleo duro con 20 años de esfuerzo por ser comunista y 20 años de esfuerzo por dejar de serlo. No ha sido como abandonar una chaqueta vieja que ya no sirve, sino la reconstrucción de un personaje. Es tan difícil deconstruirse como construirse. La política ha tenido para mí una importancia capital; no la política de salón, sino la real.

--¿Me explica el secreto de cómo logró permanecer en la lucha clandestina durante nueve años?

--El franquismo tenía una policía muy eficaz dentro de ciertos límites. El principal enemigo del franquismo era el Partido Comunista clandestino. Pero he de decirle que yo lo hice muy bien. Cuidaba los pequeños detalles y lograba pasar desapercibido. Para mí era fácil ocultarme entre la gente de Madrid.

--Pero era usted una persona muy atractiva y la gente atractiva se hace notar.

--Eso me recuerda un momento muy divertido en el que vi a Carrillo reaccionar de una forma insólita. Fue en una reunión en un país del Este y Pasionaria planteaba que había que examinar la seguridad de Federico Sánchez, mi nombre de guerra, Yo llevaba muchos años trabajando clandestinamente en Madrid y Pasionaria dijo: 'Porque claro, Federico tiene esa silueta tan española pero inconfundible'. Y a Carrillo por poco se le cae lo que tenía en la mano. Debió de pensar que tenía una debilidad por mí, aunque la pobre ya estuviera viejísima para tener aventuras.

--¿Usted cree que en esos momentos de clandestinidad se gestó el escritor?

--Es posible. Aunque nunca me he puesto una peluca como Carrillo. Le voy a contar una anécdota muy divertida. Me ocurrió cuando ya era ministro de Cultura, en una recepción en una embajada. Me presentaron al comisario Ballesteros, que fue el último jefe de la brigada político-social de Franco y que había logrado reciclarse con Suárez y los socialistas como asesor de la lucha contra ETA. Me miró y me dijo : 'El ministro es alguien a quien hemos seguido mucho, o mejor dicho, que hemos intentado seguir mucho'. Yo le conteste: 'Comisario, es el mejor elogio que se me puede hacer', y le despedí de forma tajante. No me iba a poner conversar con el comisario Ballesteros.

--¿Se arrepiente usted de algo?

--Podría haberme arrepentido de mi militancia comunista porque me hizo perder mucho tiempo, pero, por otro lado, no fue tiempo en balde porque tiene su significación en mi propia vida.