NUEVO CONCIERTO EN BARCELONA DEL CANTANTE DE MANCHESTER

Un selfi llamado Morrissey

El exlíder de The Smiths, que actúa este miércoles en Razzmatazz, ha transformado su polémico y vanidoso personaje en una obra en sí misma

Morrissey, en una fotografía promocional.

Morrissey, en una fotografía promocional.

NANDO CRUZ
BARCELONA

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En apenas 20 días se cumplen tres décadas de la primera y única actuación de The Smiths en Barcelona. Fue en Studio 54, un 17 de mayo de 1985, y aprovechando su paso por España para actuar en un multitudinario y mítico concierto en las fiestas de San Isidro de Madrid. Otro gran evento, el festival SOS 4.8 que se celebra este fin de semana en Murcia, propicia que Morrissey actúe este miércoles en Razzmatazz (21.00 horas) seis meses después de su concierto en el Sant Jordi Club.

Casi tres décadas tardó en volver Morrissey a la capital catalana y solo medio año le ha llevado repetir. Son los caprichos de las agencias de contratación internacionales y de las estrellas de los 80 venidas a menos. Morrissey nunca fue muy amigo del público español. Incluso se atrevió a despreciarlo durante su actuación en el festival de Benicàssim del 2006. Pero ahora que las ventas de discos no garantizan una vida cómoda lejos de los escenarios, hasta él tiene que ejercer de artista de directo donde le llamen.

Con el ego a casi 60 euros la entrada, Morrissey sigue paseando el disco 'World peace is none of your business'. Y quizá sería el público español quien debería vetar su entrada en el país tras haber incluído en el disco versos tan chirriantes y ridículos como «'mad in Madrid'», «'ill in Seville'», «'no mercy in Murcia'», «'mental in Valencia'» y, agárrense, «'gaga in Málaga'». Todos aparecen en su alegato antitaurino The bullfighter dies y difícilmente nos los ahorraremos esta noche.

No anda Morrissey en el mejor momento de su carrera. Ni comercial ni creativamente. Pocos seguidores suyos, ni siquiera los más fieles, cambiarían cualquiera de sus últimos seis discos en solitario por 'Vauxhall and I' (de 1994) o por alguno de los que grabó con The Smiths. Pero hay que asumir que Morrissey ya no sale de gira para presentar discos sino para presentarse a sí mismo. En realidad, el escenario es el espacio en el que mejor se puede admirar su gran obra; que no es otra que ese selfi de 55 años llamado Morrissey. Porque sin la adoración y el delirio del público, no hay Morrissey.

El de Manchester ya publicó en el 2013 su autobiografía, todo un fenómeno de ventas y paso imprescindible para alcanzar la inmortalidad, incluso en esta época en la que cualquier músico tiene la suya. Pero hace décadas que Morrissey dejó de considerarse a sí mismo un mortal más y no desaprovecha la oportunidad (la entrevista) para mostrar su desprecio hacia la especie humana con declaraciones que van de lo ingenioso a lo autoparódico, de la misantropía a los coqueteos xenófobos. Y cuando lamenta que las discográficas no saben tratarlo (traducción: no aguantan sus arranques de estrella ahora que ni es superventas), Morrissey juega como nadie la carta del artista victimista, miel para la boca de asnos que no saben apreciar su talento. Por cierto, el sello que lanzó 'World peace is none of your business' ya lo ha despedido.

Máster en narcisismo

Pero Morrissey es Morrissey y hasta de un asunto tan peliagudo como su egomanía puede sacar petróleo. Ahí queda 'You know I couldn't last', arrebatadora balada en la que el muy Morrissey se retrataba como un mártir de los cotilleos, de los críticos y de la codicia de la industria que difícilmente podría sobrevivir a tantos enemigos. Afortunadamente, no hay otro como él, y hay que reconocerle que ha convertido el narcisismo en un estilo de vida y en una disciplina artística de la que podría impartir másters.

Si su garganta funciona hoy como en sus mejores días, todo juicio sobre sus canciones y su controvertida figura pudiera quedar en suspenso durante hora y media. Esa voz, recia y dúctil, esencia misma del romanticismo en el pop, capaz de imaginar y ejecutar unas inflexiones melódicas muy imitadas pero nunca superadas, es su eterno salvoconducto. No es fácil cantar como Morrissey en el 2015. Veremos si es «'capaz at Razzmatazz'».