CRÓNICA

Un prodigio del piano

Ingolf Wunder confirma en Torroella su gran talento

El pianista austriaco Ingolf Wunder, el domingo en Torroella.

El pianista austriaco Ingolf Wunder, el domingo en Torroella.

CÉSAR LÓPEZ ROSELL
TORROELLA DE MONTGRÍ

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Pólvora en las manos pero también sedoso toque para servir al programa elegido para su debut en el Festival de Torroella. Seguro, decidido y con una dotación técnica de primera, Ingolf Wunder (Klagenfurt, Austria, 1985) confirmó la noche del lunes en el Espai Ter que es uno de los nuevos prodigios del piano. A los 29 años y después de sumar galardones en los más prestigiosos concursos, entre ellos el segundo premio del Chopin de Varsovia donde conquistó también otras dos distinciones, le queda mucho camino por recorrer, aunque el austriaco se ha hecho ya un hueco en los circuitos de las mejores salas de Europa, Asia y América.

En el Espai Ter maravilló con un repertorio integrado por obras de Chopin y Liszt, compositores que eran amigos a pesar de que artística y personalmente fueran muy diferentes. Al pianista le gusta relacionarlos en sus actuaciones. Y en esta cita ampurdanesa lo hizo siguiendo la misma filosofía que ambos compositores practicaban en sus veladas en los salones de la alta sociedad parisina de su tiempo, donde interpretaban sus propias obras en una misma jornada.

Wunder iba para violinista, instrumento que tocaba con solo 4 años hasta que descubrió 10 años después su talento para el piano. A los 14 debutó en el Schubert Hall del Konzert-haus de Viena y desde entonces su ascensión, alternada con la constante formación, ha sido imparable. De tradición clásica, sigue la escuela de Horowicz, Rubinstein o Ritchter, y su concepción artística, como demostró en su visita a Torroella, le permite ofrecer un discurso libre pero nunca alejado del rigor de la lectura de las obras.

EL MOZART DE 'AMADEUS' / Expresivo y gestual, cuando se inclina sobre el teclado recuerda en algunos tics la imagen que se ofrecía de Mozart en el filme Amadeus. Pero la suya no es una actuación frívola y en ningún momento da prioridad a los fuegos de artificio. A pesar de su despliegue energético, nunca pierde el norte interpretativo. Lo demostró con el Nocturno para piano, número 16, de Chopin. Sensibilidad a flor de piel antes de enfrentarse al lucimiento del  Allegro de concert, opus 46 y posteriormente al intimista Andante spianoto, introductorio de la brillante Gran polonesa en mi bemol mayor, que el artista recreó impregnándola de musicalidad chopiniana.

En la segunda parte, consagrada a Liszt, Wunder deslumbró con la introducción y seis variaciones del Exameron enlazadas por los interludios. Lo propio ocurrió con la poética Année de Pélerinage y con  el remate final del Vals Mefhisto, antes de llegar a los aclamados bises. La presencia del maestro Joaquín Achúcarro, que cumplirá hoy 25 años de su debut en la cita, completará esta noche la oferta de piano de un festival por el que han pasado artistas de la talla de Paul Lewis, Luis Fernando Pérez, las hermanas Labèque y Alexei Volodin. Jordi Savall cerrará el viernes la intensa programación de la muestra ampurdanesa.