Bruce Springsteen

El ojo rockero

La ruta de Bruce Springsteen por EEUU muestra la mirada del rockero en solitario y acompañado. La última imagen recoge un 'selfie' durante un concierto

La ruta de Bruce Springsteen por EEUU muestra la mirada del rockero en solitario y acompañado. La última imagen recoge un 'selfie' durante un concierto / periodico

IDOYA NOAIN

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Cuando en 2009 el Centro Kennedy concedió uno de sus galardones a Bruce Springsteen, el presidente de la institución, Stephen Schwarzman, destacó que el Boss "siempre ha tomado el pulso a América". Desde hace tiempo Estados Unidos también le toma el pulso a él. Cursos universitarios estudian desde la teología hasta la sociología y la iconografía de las canciones y la persona del obrero del rock, el bardo de la clase trabajadora y "los destituidos económicos y espirituales" (la enciclopedia Britannica dixit), el duro capaz de quitarse la armadura y desnudar y mostrar el vulnerable corazón. Ahora la doble mirada vuelve. Bruce también se toma selfies que otros llaman autofotos.

Obviamente Springsteen no está solo. Como escribieron los responsables del diccionario Oxford cuando eligieron el término selfie como vocablo del 2013, "si es suficientemente bueno para los Obama o el Papa, entonces lo es para ser Palabra del Año". Y aunque algunos se hayan hartado de la explosión de narcisismo (ya vinculada a la explotación comercial, como bien mostraron la actriz Ellen DeGeneres y la multinacional Samsung en la gala de los Oscar), cuando quien mira y retrata es Springsteen no está de más echar un ojo. Quién sabe si su mirada acabará en el currículo de algún curso.

En Florida a mediados de marzo, antes de iniciar la gira de High Hopes, su último disco, el hombre nacido para correr se lanzó a la carretera, como podría haber hecho el protagonista de cualquiera de sus canciones. En el sureño estado vive Jessica, la mediana de los tres hijos que ha tenido con Patti Scialfa, la única chica, de 22 años, que se dedica profesionalmente a la equitación. Pero el Boss cabalgó sobre hierro, pie en el pedal de una Harley, rugiendo por las autopistas del condado de Palm Beach, tierra de caimanes, leyes laxas de control de armas, iglesias, garitos y, por supuesto, barras y estrellas.

En moto sin casco

En Barcelona, como bien sabe Shakira, quizá habría tenido problemas, pero que se sepa nadie ha multado a Springsteen por tomarse uno de los selfies sin casco (aunque en el pie de foto dejó claro que la imagen "a lo Easy rider" era una excepción y en la siguiente se retrató con casco y gafas). Y lo que predomina es mucha cabeza y mucho cielo rumbo al lago Okeechobee, el pie en el pedal, capturas junto a carteles de alerta por la presencia de cocodrilos y tiburones y confesiones ilustradas de que una cerveza es, a veces, gasolina personal.

Hay en sus breves textos referencias políticas (recuerda por ejemplo que por Florida George Bush acabó en la Casa Blanca en lugar de Al Gore). Y hay también retratos humanos que confirman que Springsteen no solo se mira a sí mismo. Ahí están para demostrarlo varias fotos de Vicky, la encargada del bar J&S, con su pelo cano, sus tatuajes, su camiseta de tirantes y sus manos llenas de metal. Y ahí está también Bill, un bombero veterano de Vietnam que ya puede presumir de haber compartido millas y secretos, aunque sea de atajos en la ruta, con el Boss.

Springsteen había tomado selfies antes de la serie de Florida y los ha seguido tomando después. ¿Por qué no? Ahora en sus conciertos, cuando como de costumbre saca a fans al escenario para acompañarle en Dancing in the dark, las jóvenes acaban sacando el teléfono y tomándose la foto con él. Él posa, sonríe, participa. No será él quien vaya a escapar de la realidad.