tú y yo somos tres

La mosca cojonera de 'Trumplandia'

ferran Monegal

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Como contrapunto a la victoria de <b>Donald Trump</b>, Movistar + está reemitiendo los últimos documentales de <b>Michael Moore</b>,<i> '¿Qué invadimos ahora?' </i>(2015) y '<i>Moore en Trumpland</i> ' (2016). El primero comienza con un gag sensacional.Tras un plano aéreo del Pentágono, aparece Moore y nos cuenta: «Me ha citado la Junta de Jefes del Estado Mayor y me han dicho 'Michael, no tenemos ni puta idea de lo que estamos haciendo. No hemos ganado una guerra desde la segunda guerra mundial. Danos algún consejo'. Y yo les he dicho: no mandéis más marines a invadir países, ¡mandadme a mí!». Y Moore comienza un sarcástico periplo de invasión a Europa. En el segundo, que realizó hace un mes, poco antes de las elecciones, tuvo la osadía de presentarse en el Teatro Murphy de Wilmington (Ohio), feudo de Trump, y allí tuvo las narices de volcar un monólogo ácido y demoledor sobre los propios EEUU. Después de ver su actuación, no sé como pudo salir indemne. La crítica cinematográfica ha valorado con poco entusiasmo estos dos últimos documentales de Moore. Consideran que no están a la altura de la mordacidad que desplegó en '<i>Bowling for Colombine'</i>, o en 'Farenheit 9/11'. Quizá tengan razón. Pero lo que está haciendo este estadounidense sobre su propios país, sobre EEUU, tiene un mérito extraordinario. El acento crítico, al estilo del tábano socrático, sobre la 'american way of life', y ahora sobre esa '¡Great América!' tan bárbara de Trump, no es lo que Hollywood acostumbra. En el 99% de sus productos, aun los más críticos, siempre acaban salvando el sistema. Moore en cambio le pega al sistema dentelladas gloriosas. Por estos motivos Michael Moore, en Estados Unidos, es un insecto marginal. Está sometido al 'apartheid'. A la gran industria audiovisual y televisiva, este tipo de mosca cojonera no les interesa.

En el 2015, cuando invadió Europa por orden del Pentágono (risas), entrevistó a la periodista tunecina Amel Smaoui. Le preguntó: «¿Hay algo que mi país podría aprender del tuyo? Dímelo. Como ahora mismo estoy invadiendo Túnez, lo robo y me lo llevo». Y ella contestó: «Conozco vuestra música, bailo con ella. Conozco vuestro idioma. Conozco a vuestros escritores, como Miller o Kerouac. Llevo vuestra ropa. Como vuestra comida. Y me pregunto ¿qué sabéis vosotros de mi cultura, o de la de Zimbabwe, o de la de Estonia?». ¡Ahh! Quedó profundamente asombrado el sarcástico invasor.