REACCIONES AL ESTRENO DEL ÚLTIMO MONTAJE DE LOS BRITÁNICOS

Monty Python se repite

La prensa británica ha lamentado la falta de ideas nuevas en el regreso de los cómicos

'Music hall' 8 Terry Jones y una de las actrices, durante el 'show'.

'Music hall' 8 Terry Jones y una de las actrices, durante el 'show'.

BEGOÑA ARCE
LONDRES

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Los fans catalanes de Monty Python tendrán la oportunidad el próximo 20 de julio de seguir en directo el espectáculo de los cómicos británicos en ocho salas de cine en Barcelona. Una noche de fiesta mayor, para celebrar el último de los 10 shows en el O2 de Londres, con el que Monty Python han vuelto a los escenarios después de más de tres décadas de ausencia y que fue recibido de manera tibia por la crítica y entusiasta por el público. Una despedida a escala planetaria, con la retrasmisión simultánea en 1.800 cines de 39 países, en versión original, con subtítulos. El Reino Unido, donde muchos se han quedado con las ganas de una entrada, batirá el récord, con 564 salas. Un adiós a lo grande.

Monty Python Live (Mostly) es un espectáculo para quienes esperan  deleitarse saboreando los viejos y más conocidos sketches del grupo. Era lo que los fans pedían y nadie esperaba grandes innovaciones a estas alturas. El montaje mezcla comedia y mucha nostalgia, con música, números de jóvenes bailarines, vídeos de El Circo Volador, el programa de la BBC que les dio la fama y películas, como La vida de Brian. Las imágenes de archivo de Graham Chapman, el python fallecido en 1989, fueron recibidas el martes, día del debut con estruendosos aplausos.

La recopilación, en un escenario ambientado al estilo music hall, incluyó lo mejor de su repertorio surrealista, como el número de la inquisición española, el del loro muerto o el de los codazos en el pub. El actor y cómico Stephen Fry realizó un cameo y hubo también una contribución del científico Stephen Hawking.

Los 14.000 espectadores, que en una carrera contra el segundo lograron una localidad para el primer show, rieron a carcajadas, cantaron y ovacionaron a sus ídolos. John Cleese, Michael Palin, Eric Idle, Terry Jones y Terry Gilliam no les defraudaron y lo tenían fácil. El público era incondicional, recitaba cada uno de sus réplicas y estaba rendido de antemano.

Los cinco septuagenarios demostraron mantenerse en muy buena forma física, aguantando dos horas y media de puesta en escena, en las que si bien hubo pausas reparadoras, saltaron, brincaron y se cambiaron de vestuario una decena de veces. El punto final lo puso la canción Mira siempre el lado brillante de la vida, una especie de himno nacional para los británicos, coreado a pleno pulmón por la toda sala.

«En los laureles»

Y si los espectadores salieron encantados y emocionados, la crítica ha sido algo menos entusiasta. En general, lamenta que los Monty Python no se hayan esforzado un poco más por material nuevo. Es «una producción desesperadamente perezosa», señalaba el diario Independent «que reposa en los laureles». Un show que se sustenta demasiado en las antiguas filmaciones de televisión y en la adulación de la audiencia. «Es para los fans no para los neófitos. ¿Pero cuántos neófitos han oído hablar de Python?», se preguntaba el Sun. «No está mal: le da a las masas exactamente lo que quieren», rubricaba The Guardian, sin gran pasión. «Hay muchas risas, es cierto que muchas de ellas son risas de reconocimiento más que de sorpresa, aunque risas genuinas al fin y al cabo», concluía The Times. Para los Python, que van a obtener suculentos ingresos, el objetivo está plenamente cumplido.