DOS NOVELAS GRÁFICAS CON EL FÚTBOL COMO ESCENARIO

El mesías de Nápoles

En 'La mano de Dios', Paolo Castaldi evoca la huella de esperanza que dejó Maradona

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ANNA ABELLA
BARCELONA

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«Maradona es un personaje con mucho valor simbólico, ambiguo y contradictorio, con muchas luces y sombras, con episodios de drogas, evasión fiscal y azarosa vida sentimental, de ahí una doble página negra, porque 'hasta los reyes a veces tropiezan'», cuenta Paolo Castaldi, hijo de napolitano, que en La mano de Dios (Diábolo) no quiso hacer un biografía ni positiva ni negativa de la estrella argentina sino un mosaico de su comunión con Nápoles en los 80 y lo que significó, más allá del fútbol, para sus habitantes. Lo hace a través de 11 capítulos: «11 toques», los que le bastaron a la leyenda para empujar el balón con el pie izquierdo hacia la portería inglesa, logrando para Argentina, con el mejor gol de la historia del fútbol, el pase a cuartos de final que les llevaría a la victoria en el Mundial de México de 1986. Una victoria a la que contribuyó la mano de Dios, el otro gol de Maradona, «que le confirió un valor casi mesiánico. Fuera de las cámaras, en el vestuario, hizo un discurso a sus compañeros de selección porque ese partido tenía un valor añadido y simbólico, ya que llegaba después de la absurda y dolorosa guerra de las Malvinas», que enfrentó a su país con Inglaterra en 1982.

Castaldi se ha centrado, a pinceladas de acuarela, en aspectos olvidados que «dan valor al personaje», como cuando el astro quiso jugar un partido en un campo infame de la periferia con niños pobres. «Pagó de su bolsillo lo que costaba el seguro. Porque aquel barrio le recordaba sus orígenes humildes en su barriada de Buenos Aires». 

 «En Nápoles es un símbolo. Hablar de Nápoles y de cultura popular es hablar de Maradona -constata-. Cuando llegó aumentó la autoestima de la ciudad porque la había elegido en lugar de a un equipo del rico norte de Italia. Los focos del mundo cayeron sobre Nápoles y él, con su fútbol, les dio a los napolitanos algo de lo que estar orgullosos, les devolvió algo de la excelencia perdida tras años de estereotipos negativos en contraste con el desarrollado norte. En 1861, antes de la unidad de Italia, Nápoles era cultural y económicamente muy avanzada; luego sufrió un gran declive, con mucha pobreza, criminalidad e ignorancia».

El cáncer de la Camorra

En Nápoles, opina Castaldi, Maradona es «visto como un mesías ante un panorama de vacío político, cultural e institucional. Él transmitió la esperanza de que la situación podía cambiar. Hoy, aquella época maravillosa, unos años de alegría y esperanza, son un recuerdo bellísimo de un paréntesis excepcional en la historia de la ciudad». Porque hoy, añade, «la situación es más grave de lo que parece. La Camorra sustituye al Estado a nivel social, político y económico. Es el propio Estado. Un cáncer».