Un León de Oro inesperado

El venezonalo Lorenzo Vigas, con el León de Oro a la mejor película, 'Desde allá'.

El venezonalo Lorenzo Vigas, con el León de Oro a la mejor película, 'Desde allá'.

NANDO SALVÀ / VENECIA

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De repartir los premios de la Mostra de Venecia se encarga un grupo de individuos de gustos estrictamente personales que no tienen por qué coincidir entre sí. Tal afirmación, claro, es puro Perogrullo y en realidad sirve para explicar casi cualquier palmarés, pero más aún el que este sábado hicieron público Alfonso Cuarón y el resto de jueces de la 72ª edición del certamen italiano. Pese a que a Desde allá no le ocurre nada particularmente malo, es razonable suponer que otorgarle el León de Oro a la ópera prima del venezolano Lorenzo Vigas fue una decisión salomónica por parte de un jurado lleno de personalidades fuertes -de hecho, tanto Nuri Bilge Ceylan como Hou Hsiao-Hsien podrían haber ejercido de presidentes como Cuarón- que debieron de pasarlas canutas para encontrar una ganadora que no molestara a nadie.

Relato de la peligrosa relación de dominio y dependencia mutuos que se establece entre un hombre maduro atrincherado dentro del armario y un joven delincuente dispuesto a vender su cuerpo para sobrevivir, Desde allá atesora la virtud de la economía. Vigas logra retratar emociones complejas de forma sencilla pero no simple, y hace gala de una austeridad en las formas que juega a favor de los personajes pero que, eso sí, a estas alturas forma parte del léxico formulario de cierto cine de autor.

En todo caso, habría sido una ganadora irreprochable en alguna categoría de tamaño mediano, pero se mire como se mire el León de Oro le queda grande. Uno estaría tentado de imaginar a Cuarón haciendo valer su condición de presidente del jurado para concederle la victoria a un latinoamericano de no ser porque no parece probable que sus colegas -entre quienes se encontraban Pawel Pawlikowski, Lynne Ramsay y Diane Kruger- aceptaran tal imposición.

También cuestionable es el premio al mejor director concedido a Pablo Trapero por El clan. Es cierto que, mientras recrea los crímenes cometidos en su país entre 1982 y 1985 por Arquímedes Puccio y varios miembros de su propia familia, el argentino vuelve a demostrar su buena mano manejando el ritmo narrativo, generando tensión y orquestando musculosas secuencias de acción. Sin embargo, se sirve de un guión convencional, monótono y superficial que ignora toda la miga política y psicológica de los hechos que la inspiran, y que -ahí está el problema- el propio Trapero se encarga de firmar.

Incontestable Charlie Kaufman

Más incontestable es sin duda el Gran Premio Especial del Jurado -segundo galardón en importancia- otorgado a Anomalisa, que Charlie Kaufman dirigió junto al animador Duke Johnson. Trágica e hilarante, bizarra e intimista a la vez, esta maravilla stop-motion se sirve del tipo de meticulosa construcción de los grandes relatos cortos para plantear de formas nuevas e intrépidas muchas de las cuestiones que el cine a menudo intenta -y no logra- responder. ¿Cómo es posible reconocer el amor? ¿Qué se siente al estar totalmente desconectado del resto del mundo? ¿Y al encontrar a la que parece ser tu alma gemela, y finalmente resulta no serlo?

Nada que objetar tampoco respecto a los premios interpretativos, que en buena medida ya estaban previstos en las quinielas. Afirmar que la italiana Valeria Golino no tuvo rival en la lucha por la Copa Volpi a la mejor actriz -no fue este un año de grandes interpretaciones femeninas- no debería servir para restar méritos a su magnífico papel en Per amor vostro, que retrata el inexorable resquebrajamiento emocional de una mujer sometida a un estrés extremo. Y el trabajo que Fabrice Luchini ofrece en L'hermine, en la piel de un juez permanentemente consternado que revive un amor platónico pasado, no es sino la mejor versión de ese personaje tenso, cómico y melancólico que el francés lleva años perfeccionando.