CITA DE LA DIVA POP Y EL VETERANO 'CROONER'

Una pareja muy clásica

Lady Gaga y Tony Bennett pasan por encima de su diferencia de edad, de 60 años, en el disco 'Cheek to cheek' La pareja se funde en un repertorio de estándares americanos

Mejilla con mejilla 8Lady Gaga y Tony Bennet, la pasada semana, en la presentación del disco en Bruselas.

Mejilla con mejilla 8Lady Gaga y Tony Bennet, la pasada semana, en la presentación del disco en Bruselas.

JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El mensaje es que detrás de la criatura excéntrica y del estridente producto pop hay un alma sensible. Y una voz: en ninguno de sus discos, abrumados por capas electrónicas y efectos de estudio, lucía Lady Gaga sus habilidades vocales con tanta pureza y matices. Porque, superados los prejuicios, y pasando por alto que grabar un disco de estándares es una maniobra recurrente para las figuras pop, Cheek to cheek, el disco que la une con el más que otoñal crooner Tony Bennett, funciona. Ahí hay swing, naturalidad, y rasgos de esa sintonía que suele darse entre abuelos y nietos.

No es un comentario malintencionado: Lady Gaga, 28 años, nació cuando a Tony Bennett, 88, ya lo habían deshauciado del show business (antes de su reactivación en los 90). Pero, pese a las seis décadas de diferencia, hay un territorio común en ese cancionero sin edad, que forma parte del imaginario de los norteamericanos. Stefani Germanotta, Lady Gaga, cantó algunas de estas piezas, como Lush life, en el coro de la escuela, y ha confesado su afecto por ellas. No es ajustado etiquetarlas como clásicos del jazz: aunque hayan servido de base para improvisaciones de jazzmen, la mayoría tienen sus orígenes en Tin Pan Alley, Broadway y Hollywood. El gran songbook americano.

Recrear una época

Cheek to cheek, que toma su título de la canción de Irving Berlin, que Fred Astaire le cantaba a Ginger Rodgers, deslizándose ambos en un fabuloso decorado art déco, en la comedia Sombrero de copa (1935), no descubre partituras ocultas ni se concentra un períodos, temáticas o autores concretos, sino que se decanta por una selección panorámicas de títulos atemporales, tan sugerentes como transitados, puesto que muchos de ellos han sido interpretados por docenas, centenares de voces en incontables adaptaciones discográficas. Canciones reconocibles por varias generaciones, particularmente en Estados Unidos.

El propio Bennett recurrió a ellas, una vez más, en sus dos volúmenes de Duets, el último de los cuales (2011), inmortalizó su primer encuentro con Lady Gaga en la adaptación de The lady is a tramp, punto de partida de este trabajo. Ambos lo han elaborado con una orquesta de 39 músicos dirigida por el argentino Jorge Calandrelli, un todoterreno cuyo nombre aparece en discos de Barbra Streisand, Andrea Bocelli, Shakira y hasta aquel discutible Tango, de Julio Iglesias. Entre los músicos figura el trompetista Chris Botti.

Ese equipo envuelve de lujos y voluptuosidad un repertorio que se abre con un clásico de Cole Porter, Anything goes, en una versión reducida (dos minutos, sin las estrofas introductorias originales), abordado con vigor sensual a dos voces, lejos del tono marcial de Ethel Merman, que cantó la pieza en el montaje teatral de 1934. Bennett la grabó por primera vez en 1959 en su álbum Strike up the band, arropado por la orquesta de Count Basie.

El swing mantiene la tensión en las frondosas adaptaciones de Cheek to cheek, I won't dance, Let's face the music and dance y un Bewitched, bothered and bewildered, de Rodgers y Hart, un poco pervertido, con entrada de órgano y desarrollo aparatoso. En contraste, Lady Gaga, quién lo habría dicho, se luce en Nature boy, del desaparecido eden ahbez (él lo escribía en minúscula), una pieza delicada que adaptó Nat King Cole y que se identifica con la tendencia naturista que influyó en el movimiento hippie, y hasta logra simular inocencia y fragilidad en la desconsolada Ev'ry time we say goodbye, nuevamente Cole Porter.

Bennett aguanta el tipo y desprende carisma, aunque insinúa debilidad en uno de sus momentos estrella en solitario, Sophisticated lady, de Duke Ellington. En Don't wait too long, de Sunny Skylar (el autor de la adaptación inglesa de Bésame mucho), adopta el papel de Sinatra en su álbum September of my years y lanza una advertencia a su joven partenaire«Tú eres el verano y yo soy el otoño / no esperes demasiado tiempo».

Con este disco, ella gana prestigio y solidez, y él accede a un público nuevo. Los estándares son un recurso fiable, como saben Sinéad O'Connor, Robbie Williams, Rod Stewart, Linda Ronstadt, Annie Lennox y muchos otros cantantes que han dedicado discos a ese repertorio. Canciones con las que Lady Gaga parece decirnos que lo más clásico es lo más moderno.