Josep Caballé: "Rajmáninov y Shostakóvich son dos caras de la misma moneda"

El director de orquesta catalán dirige a la OBC en el Auditori con un programa que enfrenta dos visiones antagónicas de la Rusia del siglo XX

El director de orquesta Josep Caballé.

El director de orquesta Josep Caballé. / periodico

ADRIANA VALERO DENGRA / BARCELONA

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Josep Caballé-Domènech (Barcelona, 1973) dice estar encantado de vivir con un pie en cada lado del Atlántico. Desde hace tres años es el director general de la ópera de Halle (Alemania) y ya lleva otros seis como director titular de la Colorado Springs Philharmonic (EEUU). Del 7 al 9 de octubre, Caballé regresa a su ciudad natal para dirigir la 'Rapsodia sobre un tema de Paganini' de Rajmáninov y la 'Octava' de Shostakóvich que la Orquesta Sinfónica de Barcelona interpretará en el Auditori. 

¿En qué consiste este diálogo musical que podremos escuchar en el Auditori? El programa consta de dos piezas de dos compositores rusos que vivieron durante la misma época. Primero tenemos la 'Rapsodia' de Rajmáninov, una obra de extrema dificultad para el pianista, con una estética agradable que todo el mundo conoce, pueden tararear la melodía y salir contentos. Después de la pausa pasamos a la octava sinfonía de Shostakóvich, escrita en 1943, en plena guerra. Es un Shostakóvich enfrentado a la situación que le tocó vivir y canta a la libertad de una forma muy dramática. A nivel estético es una sinfonía fuerte, que te deja solo, helado. Son la cara y la cruz de la misma moneda.

¿Entra dentro de sus planes de futuro dirigir en Barcelona? Sería un placer quedarme más tiempo, pero de momento mi camino no está aquí. El camino que me ha venido es el de ser titular en este 'Titanic' que es Halle, con 143 músicos, y tener la suerte de contar con otra orquesta en Estados Unidos. En los dos sitios he renovado el contrato, vamos en la buena dirección.  

Dirige para públicos muy diferentes como son el alemán y el estadounidense. ¿Implica esto programaciones muy distintas? Para cada público hay que mirar aspectos diferentes, pero en ambos buscamos variedad y que la orquesta pueda crecer con su público y su público pueda crecer con ella. En el caso de Halle nos dieron un premio por la programación del 2015/2016, señal de que lo estamos haciendo bien. 

El premio destacaba su diversidad de oferta, por ejemplo, con propuestas dirigidas a bebés. El premio fue a la diversidad de opciones adaptadas a diferentes públicos. Hace dos años empezamos con conciertos para bebés en salas pequeñas con arpa y flauta. También hacemos conciertos para gente más mayor, en una sala reducida donde hay solamente opereta y música más alegre, casi 'light'. 

Además es un gran exportador de música española. ¿Sorprende? Sorprende, y gusta, que programes un concierto de música española y se encuentren con una gran calidad. Los propios músicos son los primeros que se sorprenden al ver la dificultad técnica. Una pieza de Falla no es más fácil que otras piezas clásicas. 

El público no es lo único que varía en ambas partes del Atlántico, también el sistema de financiación. Esto es lo que más varía. La Colorado Springs es totalmente privada y como director me toca hacer labores de recaudación, cenas con los patrocinadores y lo que se tercie. Son modelos distintos, pero trabajar en los dos es complementario. Por ejemplo, en Halle he hecho conciertos al aire libre, con repertorios que son habituales en EEUU, y funciona.   

Habló de una generación perdida para la música clásica. En España hay una generación para la que la música clásica no forma parte de sus opciones. Durante un tiempo, hubo cosas que no se hicieron bien, pero llevamos unos 10-15 años en los que se está haciendo un trabajo para llegar a estos públicos. Aún fallan cosas, como el apoyo de los medios. Hay gente de aquí que va Viena a ver la Filarmónica, pero cuando viene a Barcelona ni se entera.

Empezó a dirigir grandes orquestas con apenas 30 años. ¿Se sintió juzgado por su edad? Ha habido un cambio importante, hace unos años parecía que hasta los 50 no podías ser director. Hoy en día, hay múltiples ejemplos de gente con 20 años que dirige orquestas enormes

¿Qué le apetece escuchar después de trabajar? Me gusta ver música en directo, sobre todo jazz. Me apasiona porque es una visión totalmente distinta de la clásica pero que se nutre de los mismos factores. La flexibilidad de la improvisación es extraordinaria.

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