ENTREVISTA CON EL ESCRITOR IRLANDÉS

John Connolly: «La novela negra siempre ha estado con los débiles»

El escritor irlandés John Connolly, el pasado viernes, en Madrid.

El escritor irlandés John Connolly, el pasado viernes, en Madrid.

ERNEST ALÓS
MADRID

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En 1999, John Connolly (Dublín, 1968) iniciaba, con Todo lo que muere, la serie de novelas negras protagonizadas por Charlie Parker. El sádico asesinato de su mujer y su hija acababa con su carrera policial y le introducía, novela a novela, en un mundo con ángeles caídos que se reencarnaban en sucesivos asesinos en serie y crueles potentados, fantasmas de niñas muertas, vengadores (incluido el propio Parker) no conscientes de su verdadera naturaleza, un misterioso dios que mora en los bosques del norte... Sus novelas inicialmente policiacas iban transformándose lentamente en otra cosa, cada vez con más elementos fantásticos. Hasta llegar a la entrega número 12, La ira de los ángeles (Tusquets), donde da rienda suelta a lo sobrenatural.

-¿Ese era su plan, desvelar paulatinamente estos misterios, o en los primeros libros tenía más miedo a cómo se recibiría la intromisión de lo fantástico en la novela negra?

-Cuando comencé, la novela negra, la mistery fiction, rechazaba lo sobrenatural. En la raíz del género está explicar la realidad racionalmente. Sherlock Holmes, Poirot... Y hay lectores, críticos y escritores más conservadores a los que les cuesta salir de estos límites. Me sorprendió que me publicaran y no fue hasta la quinta novela, El ángel negro, cuando me di cuenta de que podía hacer algo más ambicioso. Y por eso los elementos sobrenaturales ganaron más y más importancia. Y las respuestas definitivas a lo que le sucede a Parker serán una explicación sobrenatural.

-¿Por qué tomó ese camino?

-Yo vengo de una tradición distinta. Mis lecturas de joven, el hecho de que los irlandeses nunca se hayan sentido cómodos con la razón como la única forma de entender el mundo, el tipo de novela negra que me gusta leer y por lo tanto escribir... Siempre tengo personajes que están buscando la redención, como en las novelas de James Lee Burke, Michael Connelly y Dennis Lehane. Si vienes de una tradición católica, este concepto siempre está presente, con una carga espiritual y metafísica importante. Estos tres escritores, no es casual, son católicos de origen irlandés.

-Dice que su enfoque fantástico vulnera las raíces del género. ¿Pero no va precisamente a su mismo origen, a Edgar Allan Poe, a la mezcla de misterio, de horror, de lo gótico?

-Es muy halagador lo que dice. Poe es muy interesante porque en las historias de Auguste Dupin hay un misterio y un proceso lógico para resolverlo, pero la solución, y sobre todo en Los crímenes de la calle Morgue, es tan fantástica que creo que Poe no tenía fe en ese proceso de deducción lógica. Sí creo que el género le dio la espalda a estos elementos a favor de lo racional. Pero los elementos antirracionales siempre habían estado allí. Wilkie Collins, Dorothy L. Sayers, Ross MacDonald , James Lee Burke... Y claro, si vamos a los cuatro pilares de la tradición gótica inglesa, Oscar Wilde y El retrato de Dorian Gray, Charles Maturin y Melmoth el errabundo, Richard Brinsley Sheridan y El tío Silas y Bram Stoker y Drácula, todos son escritores angloirlandeses. Una de las razones por las que escribí novelas negras norteamericanas fue para salirme de lo que se supone que debía escribir un escritor irlandés. Pero cuanto más lo pienso, veo más que he arrastrado estos elementos de la tradición.

-Si hasta tiene niñas muertas devoradas por gusanos. Más de Poe que esto...

-¡Ja, ja! ¡Sí! El género ha cambiado muchísimo en estos 15 años desde que empecé a escribir. Cada vez hay más novelistas jóvenes que están influenciados por las películas, la novela gráfica, géneros diversos... Y ya no ven nada raro en que haya estos híbridos. Así es como evoluciona un género, con gente que está experimentando en los límites y haciendo que estos experimentos pasen a ser mainstream. Yo me alejo del modelo británico, la crime fiction: en la sociedad entra el caos, en forma de crimen. Y un detective, que es un miembro del establishment, actúa para establecer el orden. Por eso les encantan tanto los procedimientos policiales.

-Pero usted es irlandés...

-¡Sí, exacto! Nosotros no tenemos tanta fe en el poder establecido. Quizá porque no era nuestro durante mucho tiempo. Y la novela negra norteamericana tampoco cree en el orden establecido. Es interesante que nazca en California en los años 20, el estado más corrupto de la Unión, donde había una diferencia entre la ley y la justicia. Si eras vulnerable, pobre, inmigrante, estas instituciones no estaban allí para ayudarte. Y necesitabas alguien externo, y por eso tienes a los detectives privados, que provienen del wéstern. La novela negra norteamericana viene del desorden, de la idea de que la sociedad es inherentemente corrupta. Y lo que se necesitan son estos ángeles fortuitos.

-En los 11 libros de la serie de Charlie Parker, hay algunos que son clave, que explican mucho sobre lo que sucede detrás de la realidad aparente. La ira de los ángeles es uno de ellos, ¿verdad? 

-Sí, hay novelas que revelan mucho más que otras. La próxima, The wolf in winter, no contribuye tanto a explicar la serie. Pero sí cambia lo que sucederá después... Me encanta ver el mundo a través de los ojos de Parker, disfruto escribiendo estas novelas, y supongo que a veces intento retrasar el momento en el que llegaremos a la conclusión. Porque por un lado la gente quiere respuestas y en cambio, por otro, quiere que no se acabe.

-¿Cuántas novelas tardaremos en desvelar los misterios que hay detrás de los ángeles caídos, quienes les persiguen, qué es realmente Charlie Parker, qué es ese dios escondido en el norte, en los enjambres de avispas y escondido detrás de los espejos...?

-¡Si se lo dijese, tendría que matarlo después! Mire, intento no desvelarle nada. Pero normalmente los personajes viven más allá de sus autores. En cualquier caso, es bastante raro que un autor consiga atar y cerrar una serie. No estoy diciendo que la serie tenga que acabar con una masacre generalizada, pero en una serie como esta, que funciona como una continuidad, creo que sí estoy obligado a dar una respuesta a los lectores, que sea adecuada y que no se sientan engañados. Y eso es muy difícil de lograr.

-¿Seguirá alargando esos misterios hasta que acabe la serie, cinco, diez novelas más...

-¡Realmente lo sigue intentando!

-...o nos explicará si Parker es un demonio o no? ¿Alargará años y años la incógnita, dejará que la serie siga una vez aclarado cuál es ese juego que se esconde detrás?

-Mire, ahora mismo estoy en medio de un libro que creo que se titulará La canción de las sombras. ¡Es la primera vez que lo explico! Quizá sea el siguiente libro. Creo que puedo darle al lector las respuestas a todas estas preguntas de las que estamos hablando. Y a lo mejor lo hago. No quiero atormentar a los lectores, quiero mantener la tensión pero no aplazar más las respuestas. Quiero que cuando las dé la gente se sorprenda y al mismo tiempo vea que así todo tiene sentido. No quiero jugar constantemente con los lectores, esa es una de las razones por las que en el quinto libro estos elementos sobrenaturales se hicieron más explícitos. Porque en las novelas iniciales a lo mejor podíamos pensar que Parker se estaba derrumbando y viendo visiones.

-En esta última novela sorprende el elemento político. Los radiopredicadores de la ultraderecha norteamericana han vendido, literalmente, su alma al diablo.

-Aunque hay elementos sobrenaturales, estos libros existen en el mundo real. Recibo correos electrónicos  de lectores muy indignados, sobre todo norteamericanos, porque soy demasiado progresista. Siempre respondo que soy fundamentalmente un cristiano del nuevo testamento. Y creo que si Cristo viniera mañana no reconocería a ninguna de estas personas como alguien de los suyos. Si hablas de compasión, de moralidad, de redención, las novelas negras son su terreno natural. La novela negra americana siempre ha estado con los más débiles, con los vulnerables, con los pobres, con los que no tienen voz en la sociedad. Así que quejarse porque una novela negra muestra compromiso con los pobres sugiere una incomprensión fundamental.