EXPOSICIÓN INÉDITA EN LA JONQUERA

El ilustrador de la tragedia

El Museu de l'Exili dedica una muestra a Josep Narro, un dibujante que plasmó el sufrimiento y las duras condiciones de vida de los refugiados españoles en los campos del sur de Francia

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FERRAN COSCULLUELA / GIRONA

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Un niño sin sonrisa con unos ojos enormes inundados de tristeza, bebés de pocos meses muertos o devorados por la enfermedad, hombres que se refugian del frío con capotes escasos, refugiados que escriben cartas en barracones destartalados, paisajes tristes y vacíos, personas anónimas atrapadas en un purgatorio del que no saben cuándo podrán salir. Estos son los dibujos de la tragedia que realizó el ilustrador Josep Narro durante los dos años y medio que pasó en los campos de refugiados del sur de Francia, entre 1939 y 1941. Una obra delicada y sobrecogedora que puede verse por primera vez en la exposición 'Josep Narro ', dibujar la verdad desnuda de los campos del Rosellón (1939-1941)' abierta hasta el 5 de abril en el Museu Memorial de l'Exili (Mume) de La Jonquera.

Josep Narro (Barcelona 1902 - Guadalajara, México, 1994) fue un ilustrador de renombre dotado de gran expresividad que se formó en la Escola de Belles Arts de Barcelona y que antes de la guerra civil trabajó en el mundo editorial, especialmente en publicaciones para jóvenes. Tras la caída de Barcelona, cruzó la frontera y vivió su calvario particular en los campos de refugiados franceses, donde retrató con sus dibujos las privaciones y las durísimas condiciones de vida de las cerca de 475.000 personas que le acompañaron al exilio.

Jordi Font, director del Mume, y Eric Forcada, comisario de la exposición, destacaron ayer la gran importancia de esos dibujos porque retrataron unas vivencias y unas escenas de las que apenas hay constancia gráfica. En la inauguración de la exposición, en la que se exhiben un centenar de obras, estuvieron presentes los tres hijos del ilustrador, que viajaron desde México para ver la exposición. «Mi padre hablaba muy poco de esa época y, cuando lo hacía, la recordaba con mucho dolor y tristeza por el sufrimiento que vio a su alrededor», recordó Jorge Narro, el menor de los tres hermanos.

En 1941, agotado por las duras condiciones de vida, Narro dejó los campos de refugiados (o de «concentración», según los definieron ayer sus hijos) y regresó a Barcelona, donde pudo volver a trabajar gracias a un contrato de trabajo que le ofreció la Editorial Juventud. Durante una década se dedicó a ilustrar libros en los que se exaltaban las excelencias del franquismo y de la vida cristiana, en consonancia con el ambiente asfixiante y represor de aquella época.

Una sociedad y una vida oprimidas de las que logró escapar gracias a una insólita historia de amor. «Mi padre tenía un amigo que, como estaba casado, se carteaba con mi madre, que vivía en México, utilizando su nombre. Cuando su amigo dejó de escribir, mi padre continuó con la correspondencia y poco a poco se enamoró de mi madre», relataron los hijos.

En 1952, Narro viajó a México y, tras conocer en persona a Aurora Monroy, se casó con ella. Tuvieron tres hijos y el ilustrador nunca más volvió a su país.