BALANCE DE LA MUESTRA DE CONCIERTOS

La «ilusión» de Canet Rock

El festival regresará en el 2016 si es «capaz de inventar algo nuevo»

Un momento jubiloso de la actuación de La Pegatina en el Canet Rock, la madrugada del sábado al domingo.

Un momento jubiloso de la actuación de La Pegatina en el Canet Rock, la madrugada del sábado al domingo.

JORDI BIANCIOTTO / CANET DE MAR

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Canet Rock-15 dejó atrás el domingo por la mañana una maratón de 15 horas de música con un balance feliz para la organización, unos 21.000 asistentes (19.700 más invitados, prensa y músicos) que invitan a repetir el año que viene, si bien la decisión aún no está tomada. «Nuestra ilusión y voluntad es de hacer una tercera edición, pero nos falta la certeza. Nos reuniremos, lo estudiaremos y decidiremos», explicaba, la madrugada del domingo, la directora de la muestra, Gemma Recoder.

El festival logró sumar franjas de público a partir de la suma de diversos ingredientes: pop y folk de aires filo-alternativos para el programa de tarde, veteranos icónicos en el prime time nocturno y verbena desatada hasta la salida del sol, con unos Txarango que pusieron el clímax, como el año pasado, a partir de las seis de la madrugada. ¿Un guión repetible en el 2016? «La escena vive un momento brillante. Si somos capaces de inventarnos algo nuevo y hay propuestas atractivas, el año que viene volveremos», reflexionaba Recoder.

En la categoría de los inventos destacó, el sábado a medianoche, la actuación de La Banda Impossible, una celebración del rock en catalán de los 90. Una presencia esperada era la de Pemi Fortuny, el cantante original de Lax'n'Busto, apartado de la música desde hace nueve años, al que se vio pasarlo pipa recuperando la funky Mai diguis mai a un mai y la rocanrolera Miami Beach, esta compartida con Gerard Quintana y el titular actual del grupo, Salva Racero. Se palpaba la camaredería: muchos años de correrías conjuntas entre ellos y Cris Juanico, de Ja T'ho Diré (delicada Si véns, con Toni Xuclà a la guitarra) y Lluís Gavaldà, de Els Pets, que se sumó a Corren, de Gossos, con Natxo Tarrés (y Alguer Miquel, de Txarango), y encabezó un Bon dia arropado por todas las voces. Incluida la de Gerard Quintana, que puso a cantar a todo Canet en Camins y L'Empordà. Hubo recuerdos a Glaucs y a Sangtraït pilotados por Jofre Bardagí y Quim Mandado, y muchos dúos, tríos y cuartetos. Un experimento incierto que acabó siendo uno de los logros de la jornada.

Comenzó luego otro festival, decantado por la fiesta, a golpe de ska bullicioso y ritmos bailables con Els Catarres, presentando Big bang (y liberados de Jenifer, que no tocaron), la batidora latina de La Pegatina, con Revulsiu; la performance de Oques Grasses, fundiendo cadencias tropicales y versiones de Queen, y Txarango, celebrando su vocación en Músic de carrer. Entre todos ellos, la musculosa cuña rockera de Lax'n'Busto, rumbo a su popular Llença't.

Servicios mejorados

Este año, las entradas se han vendido un poco más tarde: más de 5.000 se despacharon en la última semana. «El año pasado era la novedad y la salida fue muy fuerte», recordaba Recoder. En los servicios hubo una clara mejora tras el «sabor agridulce del 2014», reconocía la directora. Lavabos, bares, comida, cobertura... Todo funcionó razonablemente. «Sabíamos que en la segunda edición no podíamos fallar. La gente no nos lo habría perdonado y no habría habido una tercera», confesaba. Pronto sabrá, sabremos, si efectivamente la habrá.