La guerra de las entradas

En los cines ha estallado la guerra. No hablamos de una película sino de la batalla a cara de perro que acaban de emprender las salas por el precio de las entradas. El pasado miércoles, Yelmo (una de las cadenas más potentes) anunció que durante tres días –ayer, hoy y mañana– pondría los tíquets a 3,50 euros en lugar de los 9 habituales. Dos días más tarde, Cinesa (otro gigante de la exhibición y el principal competidor de Yelmo) proclamó una medida idéntica. ¿Qué hay detrás de todo esto? ¿Una apuesta del sector para devolver público a las salas? Sí, pero también una guerra brutal en la que –sorpresa– cada uno ha decidido ir por su lado en lugar de hacer lo que se había pactado: un frente común.

A finales de octubre, la fiesta del cine removió las conciencias de los exhibidores. Fueron tres días en los que la práctica totalidad de salas de España (323 cines) pusieron el precio de las entradas a 2,90 euros. Se vendieron 1,5 millones de tíquets y se vieron colas como hacía años que no se veían. No era la primera vez que se ponía en marcha la fiesta del cine. El sector ya lleva cinco años con la iniciativa, copiada de Francia. Sin embargo, nunca antes el éxito había sido tan brutal. Tampoco nunca antes había sido tan fácil conseguir las entradas. Los espectadores solo tenían que registrarse en la web de la organización y no comprar previamente un tíquet a precio normal, como ocurrió los años anteriores.

Varios días después de la fiesta del cine, con la moral por las nubes tras ver que el público había respondido en masa, todo el sector de la distribución y exhibición se dio cita en terreno neutral, la sede madrileña de la Academia de Cine. Llegaron a acuerdos, pero toda esa sensación de unidad saltó por los aires el miércoles con la decisión unilateral de Yelmo (cadena que agrupa a 36 cines) de poner 200.000 entradas a 3,50 euros para ayer, hoy y mañana.

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