La fuerza del documental

Las películas reales de denuncia dan voz a los más silenciados y cuestionan las versiones políticas oficiales

Hadijatou Mani, con el equipo de rodaje del documental sobre ella.

Hadijatou Mani, con el equipo de rodaje del documental sobre ella.

CRISTINA SAVALL / BARCELONA

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El documental de denuncia, de esencia puramente reivindicativo, se caracteriza por ser altavoz de los silenciados, aportar datos verídicos, esclarecer situaciones incomprendidas, acalladas o injustas y, lo que es más importante, provocar debate.

Ciutat morta, tras su pase hace una semana por Canal 33, ha generado dudas y controversia y conseguido que ERCCUPICV y Guanyem hayan pedido la reapertura del caso 4-F, que ha cobrado actualidad informativa gracias a esta película documental de Xavier Artigas y Xapo Ortega que denuncia desde una óptica sin ambages militante el encarcelamiento de inocentes por las lesiones sufridas por un guardia urbano el 4 de febrero del 2006, así como torturas policiales.

El poder del relato audiovisual cobra especial fuerza cuando se trata de una lucha entre la voz del poder y la de los protagonistas de un suceso en el que ha habido víctimas. Fue el caso de Los fantasmas de My Lai (2009), sobre la matanza de civiles en ese poblado vietnamita acontecida en 1968 que «reabrió el caso», según recuerda Román Gubern, catedrático de Comunicación Audiovisual de la facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universitat Autònoma de Barcelona.

PROFUNDIDAD / Gubern considera que Ciutat morta es polémico porque formula una denuncia. «Esto no acabará aquí. Se ha encendido la mecha. Alguna autoridad acabará compareciendo ante el juez», asegura el también crítico cinematográfico, para quien un documental se construye con información y profundidad.

Albert Solé, director de Bucarest, la memòria perdudaes más crítico. «El documental de denuncia es un arma que puede ser peligrosa. Son creadores de opinión pública y pueden sentar cátedra. Son necesarios, pero el público debe mantener una postura crítica, porque el cine también recurre a la manipulación», argumenta el cineasta. Sobre Ciutat morta dice que es el espejo de una sociedad que en su día no fue suficientemente exigente. «Se muestran indicios de que no se actuó con cuidado. Pero en su relato faltan antagonistas. Yo no hubiera filmado Bucarest (donde revisa la trayectoria política de su padre, Jordi Solé Tura) sin contar con las declaraciones de Manuel Fraga o de Jordi Pujol. No se puede validar una sola visión de los hechos. En Ciutat morta no han hecho todo el trabajo necesario. Falta investigar más», lamenta Solé.

El documental de denuncia está en pleno auge. Los directores buscan historias conmovedoras que impliquen compromiso social. En Valencia se está rodando 0 responsables, que recoge testimonios sobre el accidente de metro del 2006 que se cobró la vida de 43 personas y causó heridas a otras 47. En él, Joan Úbeda, responsable de Media 3.14, empresa especializada en documentales, es uno de los productores ejecutivos. «El documental forma parte del debate democrático. Ciutat morta es un ejemplo de lo que pueden llegar a hacer este tipo de películas. Ha puesto de manifiesto que los medios establecidos se alinearon con la versión oficial de los hechos. Ha sido un golpe a la conciencia colectiva, lo mismo que pasará cuando estrenemos el filme sobre el accidente del metro de Valencia y que ya ocurrió cuando Jordi Évole dedico Salvadosa este tema», señala Úbeda.

La realizadora Lala Gomà y la periodista Rosa Cornet llevan desde el 2009 filmando el proceso judicial emprendido por Hadijatou Mani, que a los 12 años fue vendida como esclava y que por ello denunció al Gobierno de su país, Níger. «Tirar adelante un documental como este tiene peajes emocionales y profesionales duros. Cuando estás allí ves que además de las precarias condiciones de vida, las mujeres siguen sometidas a la esclavitud», exponen las directoras. Siguen a Hadijatou desde que ganó el primer juicio y ahora presencian su lucha por recuperar a sus hijos. La situación de Níger no ayuda. «Una de las veces que íbamos a rodar la embajada nos recomendó que desistiéramos por los ataques terroristas de una unidad de Al Qaeda contra una base militar francesa que protegía una mina».

El Gran Wyoming es el impulsor de No estamos solos, documental que dirige Pere Joan Ventura, que mostrará cuando se estrene en primavera a personas y a movimientos activistas que luchan por un mundo mejor. «También denunciamos situaciones preocupantes de las que se habla poco en las teles, como el proceso de Panrico o el desmantelamiento de la fábrica de Coca-Cola en Fuenlabrada (Madrid), donde despidieron a 350 empleados», señala.

IRRENUNCIABLE / Jordi Batlló, director del máster en Documental de Creación de la Pompeu Fabra, defiende que este cine es irrenunciable. «Como decía Jean-Luc Godard, se debe filmar políticamente. Con compromiso, valentía, libertad, abriendo caminos. Lo que ha logrado Ciutat morta vale un imperio. Ha mostrado unos hechos desde un punto de vista nuevo y ello ha hecho pensar», valora. Algunos alumnos forman parte del equipo de rodaje de la segunda parte de Informe general, documental de Pere Portabella que cuestiona procesos políticos y sociales.