Un estilo de escritura en alza

En la estela de Kapuscinski

La reportera mexicana Alma Guilllermoprieto.

La reportera mexicana Alma Guilllermoprieto.

ELENA HEVIA

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Kapuscinski, a quien antes de que le salpicara la sospecha de ser excesivamente imaginativo se le podía llamar sin ambages el mejor periodista del mundo, estableció en uno de sus libros que el kilómetro cero de la crónica periodística está en la Historia de Heródoto. Desde entonces, el género, relato de cierta extensión que interpreta unos hechos, o más llanamente historias reales que parecen novelas, se ha reinventado no pocas veces.

Brilló en Estados Unidos en los años 40 y 50, y eclosionó una década más tarde con Gay Talese (García Márquez ha dicho que su entrevista con Frank Sinatra -en realidad una crónica de cómo no pudo realizarla- es uno de sus textos periodísticos favoritos) y los chicos rebeldes del Nuevo Periodismo. También ayudó a entender América Latina, donde se ha convertido en un género necesario, no siempre vinculado a los periódicos. Juan Villoro, uno de los grandes cronistas mexicanos, afirma que la crónica en su país ha servido para dar noticias que no llegan a los periódicos. «La verdad siempre ha sido incómoda en México. Los medios masivos y los periódicos no han sido el mejor foro para la verdad. La crónica depende de la búsqueda de la verdad y ha prosperado mejor en los libros». Y en forma de libros, excelentes, también despertó no pocas vocaciones gracias al polaco Kapuscinski. Así que no es sorprendente que en los últimos años crónicas como Gomorra, de Roberto Saviano, Tor, de Carles Porta, y Anatomía de un instante, de Javier Cercas, hayan encandilado a los lectores.

La crónica vive un momento dulce en la edición española. Debate acaba de dar luz verde a su colección La ficción real, que dirige el editor e hijo de periodista, Miguel Aguilar, y que acaba de poner tres títulos en el mercado: Desde el país de Nunca Jamás, de Alma Guillermoprieto, La mujer de tu prójimo, de Talese (clásico inédito), y Torres de piedra, crónica sobre Chechenia del polaco Wojciech Jagielski. «A muchos lectores no les importa demasiado que una historia sea real o no, sino que esté bien contada y que el resultado pueda leerse como una novela», explica Miguel Ángel Aguilar.

REVISTAS ESPECIALIZADAS / En los medios escritos españoles la crónica no ha tenido la suerte ni el prestigio que en Estados Unidos, donde, para empezar, cuentan con revistas especializadas -su hábitat natural- como New Yorker. En Latinoamérica están Gatopardo, Etiqueta negra y la muy reciente y recomendable Orsai, que dirige desde Sant Celoni (Vallès Oriental) el argentino Hernán Casciari. Con todo, «ni siquiera en Estados Unidos se está viviendo el mejor momento, porque la crónica es cara: hay que pagar al periodista por un trabajo de varias semanas y se necesitan lectores y editores comprometidos», se lamenta la mexicana Alma Guillermoprieto.

Pese a las muchas adversidades, los cronistas españoles parecen estar tomándose en serio la apuesta. Álvaro Colomer prepara Arderán dentro de sus tanques, un libro de no ficción que publicará Alfaguara: una reconstrucción de la batalla de Najaf en Irak, que le ha llevado a entrevistar a soldados que participaron en la contienda. Javier Rodríguez Marcos recogerá en el mismo sello las crónicas que publicó tras el terremoto de Chile. A ellos se unirá 8.8: el miedo en el espejo, versión de la misma catástrofe, esta vez desde la óptica de Villoro, que también vivió el seísmo en Ciudad de México de 1985. Lo hará en Candaya.