ENTREVISTA

Andréi Konchalovsky: "La mayoría de los soldados nazis eran gente normal"

El cineasta estrena 'Paraíso', su particular mirada a los horrores del Holocausto

ANDREI KONCHALOVSKY

ANDREI KONCHALOVSKY / periodico

NANDO SALVÀ

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Es, sin duda alguna, el único cineasta vivo que ha trabajado estrechamente tanto con Andrei Tarkovsky como con Sylvester Stallone: con uno coescribió 'Andrei Rublev' (1966), al otro lo dirigió en 'Tango y Cash' (1989). En 50 años de carrera, en otras palabras, ha hecho de todo. Ahora estrena en España 'Paraíso', su particular mirada a los horrores del Holocausto.

¿Por qué sigue siendo necesario hacer cine sobre el Holocausto? Porque tenemos el vicio de olvidar el pasado. Hay gente que incluso niega que aquel genocidio sucediera. Solo han pasado 70 años y volvemos a estar sumidos en la histeria racista. No aprendemos nada. Así que es importante hablar de ello, especialmente para recordar a los jóvenes lo peligroso que es ponerse ciegamente al servicio de un ideal o una utopía, como hacen los yihadistas. En esas promesas falaces reside el mal.

En todo caso, la abundancia de películas sobre el asunto hace que sea difícil abordarlo desde enfoques nuevos. ¿Cómo afrontó usted el reto? Fijándome en un aspecto que no se ha explorado lo suficiente: el carisma y la capacidad de seducción del mal. Normalmente, en las películas los malos son muy malos, y no resultan creíbles. La mayoría de los soldados nazis no eran unos psicópatas sino gente normal, decidieron hacer lo mismo que hacían todos los demás a su alrededor porque pensaban que era lo correcto. Nos podría haber pasado a nosotros. En la vida real, los villanos no exclaman "qué malo soy" cada vez que se miran al espejo. Quienes bombardean Siria creen estar luchando por la libertad, y la democracia.

Formalmente, Paraíso es una película muy estilizada e incluso bella. Habrá quien diga que lo es demasiado, considerando el tema que aborda. No estoy de acuerdo. Lo inapropiado habría sido regodearme en la fealdad y el horror. Muchas películas contienen escenas rodadas a todo color, en las que vemos a cientos de personas delgadísimas en pijama; eso es obsceno. Creo que hoy en día el terror y el sufrimiento del Holocausto se ha banalizado, con toda esa imaginería escabrosa de los barracones y los hornos. Me parece morboso. Mi intención fue estilizar el Holocausto sin convertirlo en algo vistoso.

Con su anterior película, 'El cartero de las noches blancas' (2014), usted aseguró iniciar una nueva etapa en su carrera. ¿Forma Paraíso parte de ella? O quizá más bien supone el inicio de otra etapa más. El impulso que siempre me ha movido es la curiosidad. Cuando empecé hace medio siglo pensaba que era un genio e iba a cambiar la vida de la gente. Era un arrogante, claro, porque era un ignorante. Con el tiempo, me he dado cuenta de que para aprender hay que seguir probando cosas nuevas, y equivocarse mucho. 

Usted empezó haciendo cine en la Unión Soviética y luego, durante un tiempo, trabajó en Hollywood. ¿Qué fue más difícil? En la Unión Soviético era todo muy fácil siempre y cuando supieras usar un lenguaje que pudiera entender todo el mundo menos los censores. Creo que es en ese tipo de contexto, entre obstáculos, que surge el mejor arte; la libertad en el mundo del arte está sobrevalorada. En todo caso, ¿qué es la libertad artística? En Hollywood solo eres libre si tus películas dan dinero.

¿Significa eso que tiene previsto volver a Hollywood? No, porque allí los directores no son nadie. Hollywood es un sistema totalitario. Si no te sometes a la autoridad de los que mandan, estás muerto. Si hubiera intentado rodar allí Paraíso, una película llena de escenas de gente sentada que habla a cámara, se habrían reído de mí.