Gente corriente

Dhanraj Barkote: «En 5 años oirán hablar de mí y de mis películas»

Del orfanato en Katmandú a la Escola Superior de Cinema en Terrassa. La vida de este joven nepalí da para una película.

«En 5 años oirán hablar de mí y de mis películas»_MEDIA_1

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GEMMA TRAMULLAS

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Algo en la personalidad del joven nepalí Dhanraj Barkote hace que a su alrededor sucedan cosas extraordinarias, como el hecho de obtener un rarísimo visado de estudiante para empezar el año académico en la Escola Superior de Cinema i Audiovisuals de Catalunya (ESCAC), que este curso le ha becado a él y a otros 53 alumnos. El apoyo de una fundación afincada en Nepal (www.okumenepal.org) ha sido clave para que Dhanraj, de 20 años, pueda continuar sus estudios de cine en el prestigioso centro de Terrassa donde, para más inri, su hermano menor vive desde hace años con una familia adoptiva.

Nació en un pueblo de Himalaya. Sí, Lali es un lugar bastante remoto. Para llegar desde Katmandú primero hay que ir hasta la capital de la región, allí coger un avión y tras un vuelo de 45 minutos caminar durante seis horas. Viví en el pueblo hasta que me quedé huérfano, a los 5 años. Entonces en Nepal había una guerra civil y mi hermano mayor arriesgó su vida para llevarnos a mi hermano pequeño y a mí al orfanato Orphan Children Rescue Center. A mi hermano lo adoptaron y yo pasé a otro orfanato de Katmandú, el New Life Children's Home.

Que es donde vivía hasta el miércoles pasado... Ahora vive en la residencia de la ESCAC. ¿Cómo lleva el cambio? Estoy muy emocionado, agradecido y algo preocupado porque no hablo ni español ni catalán. Pero estoy preparado para luchar y superar las dificultades. Si me hubiera quedado en mi pueblo ahora sería padre de familia, trabajaría en el campo y me pasaría las tardes durmiendo o jugando a las cartas. ¡Yo no quería esta vida para mí! Esta es una oportunidad de oro para poder realizar mi sueño y pienso aprovechar cada segundo del tiempo que esté aquí. Ahora nadie me conoce, pero dentro de 4 o 5 años oirán hablar de mí y de mis películas.

Usted nació para el cine. En el orfanato pasaban películas nepalís y un día vi cuatro seguidas. Después de aquel maratón hice una parodia sobre actores famosos que me valió un premio. Tenía 14 años y supe que me dedicaría al cine.

Pero contaba con muy pocos medios. La primera película que escribí era sobre dos hermanos que son separados de pequeños y que de adultos quieren conocerse. Un amigo me prestó una cámara digital y los niños del orfanato hacían de actores. Pero no la pude terminar. El director de mi escuela se enfadó porque no entregaba los deberes y distraía a los alumnos.

La bronca no le desvió de su vocación. Al terminar la secundaria mi tutor me preguntó qué quería estudiar: «¡Dirección de cine!», le contesté. Me advirtió de que el cine no era un buen negocio en Nepal, que el mercado era muy pequeño, pero insistí: «¡Yo lo haré grande!».

Se matriculó en la escuela universitaria de cine Oscar de Katmandú y rodó un documental sobre el terremoto del 2015. En Nepal los decorados son reales, no hay platós ni efectos especiales. Me gusta el cine que reproduce la realidad y por eso me gustaría hacer una película sobre mi pueblo. La gente no sabe cómo se vive allí.

¿Se siente un poco la voz de su gente? Siento que tengo que hacer algo por ellos. Para los niños del orfanato soy como un padre y esperan que les muestre el camino.

Su vida parece un guion de Hollywood. Esto no hubiera sido posible sin la ayuda de muchas personas. Me gustaría dar las gracias a Cristina Martí, Jordi Seuba, Nekane Sustacha, Mercè Torres, Charo Soriano, Padam Barkote, y a toda la gente del Orphan Children Rescue Center, del New Life Children's Home, de la escuela de cine Oscar y de la ESCAC. Y sobre todo le doy las gracias a mi novia, Anita Ghimire, que me ha ayudado en todo. La echo mucho de menos, pero tengo que seguir con mi vida.