LOS ESTRENOS DE CINE DE LA SEMANA

Cameron Diaz y el sexo

Rob Lowe y Cameron Diaz, en una escena de la comedia 'Sex tape'.

Rob Lowe y Cameron Diaz, en una escena de la comedia 'Sex tape'.

IMMA FERNÁNDEZ
BARCELONA

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Para levantar los ánimos de su alicaída libido una pareja con hijos decide grabar un vídeo porno casero. La filmación acaba, por descuido, en los iPad de su amigos y familiares. Y de un crío odioso que intentará chantajearles. Hay que ir, desesperadamente, al rescate. He ahí la síntesis argumental de Sex tape: algo pasa en la nube, la nueva comedia que ha reunido, tras la exitosa Bad teacher, al director Jake Kasdan con Cameron Diaz y Jason Segel. El ficticio matrimonio, junto con Rob Lowe -que interviene como un cocainómano y poderoso ejecutivo-, presentaron en Barcelona hace unos días la película, que llega hoy a las salas.

 Sex tape  -que en el título en castellano, en una estrategia comercial, aprovecha el boom de Algo pasa con Mary que protagonizó Cameron Diaz- lleva al terreno de la comedia los peligros de un nubarrón negro que hoy, más allá de las celebridades, acecha a cualquier individuo. Diaz, curtida en mil batallas de acoso a la intimidad, se pregunta cómo lleva el ciudadano de a pie algo que ellos, los famosos, han sufrido toda la vida. «Ahora cualquiera corre el riesgo de aparecer por cualquier tontería en la red, que se extienda y le estropee la vida. Me gustaría saber qué siente la gente cuando aparece hurgándose en la nariz; cayéndosele la comida por la boca o en un traspiés. Hay que poder limitar la intromisión en las vidas de los otros», aduce la reina de la comedia de los últimos lustros.

Su colega Segel la secunda: «Ya casi nada es privado. Debemos tener mucho cuidado con todo lo que dices y haces las 24 horas del día. La relación con las tecnologías se ha convertido en algo instintivo. Los padres van a ver los festivales de sus hijos y lo ven todo a través del objetivo para grabarlos, pero no lo viven en directo», lamenta.

En Sex tape, las dos estrellas se sometieron sin pudor a las exigencias de una historia que habla sin tapujos, de manera natural, sobre las relaciones sexuales. «Nuestra pretensión era hablar del sexo y de las relaciones en una pareja de una manera sana, que llegara al corazón de la gente y se pudiera identificar. Es una película de corte familiar, extremadamente divertida, rápida», explica el coprotagonista de Los Muppets.

No le importó a la exmodelo californiana mostrar por primera vez su escultural anatomía, aunque «solo por detrás», matiza ella. A los 42 años, está estupenda y lo sabe. «La historia lo requería y muestro solo el trasero. Poco más, solo la raja, de lo que enseño con los biquinis que llevo», cuenta bromista. Ya más seria, razona: «Me alegro de haberlo hecho ahora y no cuando era joven. Entonces hubiera sido fácil pero no quise desnudarme para no avanzar en mi carrera por ese camino. Ahora estoy muy segura de mí misma, tengo confianza en quien soy y ese desnudo era una parte relevante para la película y lo hice con gusto. No para vanagloriarme y exhibirme». «Yo, sí», tercia entre risas su pareja tras el objetivo.

UN FRIKI CON GANCHO / La participación de Rob Lowe en esta historia resulta de lo más valiente y oportuna. Él mismo, en 1988, vivió en sus carnes una versión de la historia más oscura. Se le descubrió en un vídeo sexual con una mujer que resultó ser menor. Le condenaron a 20 horas de servicios sociales y entró en un centro para rehabilitarse de su adicción a las drogas y el sexo. Su carrera se resintió. Ahora, a los 50 años muy bien llevados, aparece esnifando cocaína -y pervertiendo al personaje de Cameron Diaz- en la escena más hilarante y conseguida de Sex tape.

 «En esta etapa de mi carrera busco papeles que la gente recuerde cuando acabe la película. Este me gustaba porque es imprevisible y original. Los personajes secundarios cuando tienen su momento deben enamorar al espectador al instante». Con el friki Hank Rosenbaum, para el que se inspiró en un directivo cuyo nombre prefiere no desvelar, lo consigue de largo. «Rodamos la escena de la coca tras 12 horas de trabajo, exhaustos, lo que nos ayudó para simular el colocón», aclara. «Es una película provocadora y transgresora», agrega pensando en el «muy recatado» público estadounidense.

El joven que descubrió Francis Ford Coppola al ficharlo para su pandilla de Rebeldes, es hoy un tipo «con mucha suerte». Las rebeldías  y los escándalos quedaron atrás. Su papel de Sam Seaborn en la aclamada serie El ala oeste de la Casa Blanca le abrió muchas puertas y las aprovecha. «A mi edad me ofrecen un abanico muy amplio de papeles. Es un sueño para cualquier actor». Ahí quedan el alocado cirujano plástico de Detrás del candelabro o el John F. Kennedy del telefilme Matar a Kennedy. O el excampeón de tenis de The pro, nueva serie cómica de la NBC por estrenar. También desea prodigarse en el teatro, medio que le «fascina», tras su éxito en el West End londinense con A few good men. El atractivo Rob Lowe atraviesa el medio siglo cargado de sueños y motivaciones. «Me siento como nunca», apostilla.