HASTA EL 9 DE ABRIL

Miralda: arte, comida y ritual, de EEUU al Macba

La espectacular exposición 'Madeinusa' recrea los años americanos del artista catalán, que llegó a Nueva York en 1972

La gran instalación 'Santa Comida', en el edificio de la Capella, frente al Macba, que forma parte de la exposición 'Miralda Madeinusa'.

La gran instalación 'Santa Comida', en el edificio de la Capella, frente al Macba, que forma parte de la exposición 'Miralda Madeinusa'. / periodico

ANNA ABELLA / BARCELONA

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Pocos artistas pueden pasearse por un museo comiéndose, literalmente, un trozo de sus obras. Uno de ellos es Antoni Miralda (Terrassa, 1942), que este viernes se encontraba como en su casa en el Macba, mordisqueando un pedazo de pan seco de molde de color verde que previamente había cogido con absoluta espontaneidad de ‘Breadline’, una de las instalaciones que ocupa una gran sala de la pinacoteca. En ella domina la gran línea de 20 metros que forma una pila irregular de hogazas de panes azules, amarillos, rojos y verdes en cuyos extremos, cual “varita mágica”, hay una estrella, emblema del estado de Texas (la montó en 1977 en Houston), cada una con un neón, rojo para la palabra ‘sal’ y azul para el ‘azúcar’. “Simboliza la cola que la gente tenía que hacer para comprar comida cuando no había nada para comer, durante la Gran Depresión. La línea significa el hambre, que contrasta con la opulencia de la montaña de panes”, explica el artista mientras va enseñando ‘Miralda Madeinusa’, la gran exposición que hasta el 9 de abril recrea los 15 proyectos, profusamente documentados, que el autor llevó a cabo en Estados Unidos entre 1972 y finales de los años 90

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Tras su paso por París en los 60, Miralda colonizó un Nueva York que en 1971 ya le ofrecía un “laboratorio extenso e interesante para trabajar” gracias a su mestizaje y amalgama étnica, a su efervescencia creativa y al aire de libertad que se respiraba y que daba la sensación de que todo era posible. De aquel crisol surgió su particular forma de crear obras y proyectos que llaman a la participación de la gente, que celebran el ceremonial del comer y se centran en la fusión de culturas y manifestaciones populares. Como él mismo define, su obra es una suma “sensorial, de gustos, olores, sentimientos y mensajes".

ATMÓSFERA DE SANTERÍA

Ejemplo por excelencia de todo ello, y de su lenguaje inconformista, barroco y lleno de humor, es la imponente instalación ‘Santa Comida’ (1984-1989), presentada en 1984 en Nueva York y ahora ubicada en el más que idóneo escenario de la Capella, antigua iglesia del Convent dels Àngels, a la que se accede saliendo del níveo edificio del Macba y cruzando la plaza. Allí espera al visitante todo un espectáculo visual. Tras descalzarse para pisar un manto de alfombras africanas que Miralda llevó a la Expo 2000 de Hannover, y la invitación a dejar su propia ofrenda, el altar mayor y las 8 capillas laterales son una colorida loa al ritual y la devoción en la cultura afrocaribeña que reflexiona sobre la imposición del cristianismo y la supervivencia de la religión yoruba. En una atmósfera de santería, el ojo va distinguiendo una ordenada amalgama de divinidades, iconos de mil culturas, frutas y comida de todo tipo, artísticas y llamativas soperas. “Son recipientes sagrados, capaces de guardar energía”, apunta el artista, que recuerda que no es religioso mientras suena en la megafonía los ‘Angelitos negros’ de Antonio Machín.

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Otro banquete, menos santo, lo reúne Miralda de nuevo en el edificio del Macba en ‘Food situation for a patriotic banquet’, con ocho platos de arroz coloreados con las banderas de las, en 1972, ocho potencias mundiales, entre las que no figuraba España. La progresiva descomposición del arroz, que irá enmoheciéndose día a día, simboliza la desaparición de los colores nacionales identitarios y de la lógica colonial.  

IDILIO TRANSATLÁNTICO

‘Miralda Madeinusa’, comisariada por Vicent Todolí, recrea también 'Honeymoon Project' (1986‐1992), la popular boda simbólica que el artista orquestó entre la neoyorquina estatua de la Libertad y la barcelonesa de Colón. “Uno simboliza la conquista, la otra la libertad. Eran la pareja perfecta”, señala sobre un romance que simboliza la atracción de los polos opuestos. La comida del banquete, el libro de firmas, los regalos a los novios, los gigantescos anillos... miles de personas participaron en más de 40 acciones durante seis años en 20 ciudades de todo el mundo para hacer evolucionar el proyecto.  

{"zeta-legacy-image-100":{"imageSrc":"https:\/\/estaticos.elperiodico.com\/resources\/jpg\/4\/7\/1477059979474.jpg","author":"MIQUEL COLL","footer":"La carroza 'Tri-Uni-Corn', del proyecto 'Wheat & Steak', en el Macba."}}

Miralda también movilizó, en 1981, gran cantidad de público en las calles de Kansas City, en una de las ramificaciones de ‘Wheat & Steak’, proyecto sobre el vínculo entre hambre, comercio y poder, que consistió en un desfile-performance con máquinas recolectoras transformadas en espantapájaros, cadillacs con animales o la carroza ‘Tri-Uni-Corn’, que ahora luce en el Macba, con un buey, un cerdo y un cordero, uno encima del otro. 

EL PRIMER BAR DE TAPAS DE NY

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Culmina la exposición, en la máxima expresión de la fusión entre comida y arte, la recreación del Internacional Tapas Bar & Restaurant, que Miralda entre 1984 y 1986 abrió junto a Montse Guillén en el West Broadway de Manhattan, el actual Tribeca. La propia restauradora recuerda cómo sorprendieron a la ciudad con “el primer bar de tapas”, a la vez experimento artístico y “performático”, que a falta de jamones colgaba bacalaos secos, exhibía porrones y servía en cazuelitas de barro “’mongetes amb botifarra’” y “gambas con cabeza al ajillo”, bien lejos de la “sangría, paella y flamenco” con el que los neoyorquinos asociaban España. Tuvo tal éxito que cada día congregaban a 800 personas y se convirtió en icono para artistas y actores como Andy Warhol y Robert de Niro. En ese afán participativo de sus obras, en este espacio se servirán copas y tapas originales los viernes y sábados por la tarde. Puro Miralda.