Ideas

Te amaré con rencor

JUAN
VILLORO

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La editorial Sexto Piso acaba de publicarJoseph Conrad y su mundo, donde el novelista se somete al temible testimonio de su viuda. Jessie Conraddecidió contar a sus tres nietos las décadas en compañía del egregio abuelo. Con cautivadora malicia, narra una vida conyugal en la que ella sufrió más que Lord Jim y Nostromo juntos.

Conrad aparece como un hombre de impecables maneras mundanas y obsesiva voluntad creativa al que hubiera sido estupendo no conocer de cerca. El mismo día de la boda obligó a su mujer a salir de madrugada a repartir cartas que no podían esperar hasta el día siguiente. Después de aclararle a Jessieque su familia le resultaba insoportable, convirtió su habitación en un camarote del que rara vez salía. Hubo épocas en que se dirigía a ella a través de cartas que enviaba de un cuarto a otro.

Jessie, que siempre se refiere a su marido como «Joseph Conrad», refiere los volcánicos arrebatos de su marido. Aunque las excentricidades aparecen como un desfogue lógico en alguien de elevada originalidad, la suave abuela no escatima ningún detalle desagradable. Cuando su esposo se comporta ante unos funcionarios como un chiflado, anota: «Logró rozar la incoherencia al exigirles una explicación».

Cuando ella empezó a padecer de las piernas,Conradla llevó a Capri, donde casi no hay un camino horizontal. Más tarde, cuando la discapacidad había aumentado, él no mostró la menor consideración: «Me aterraba la mueca furibunda que esbozaba mi marido cada vez que veía mis muletas».

El autor deEl corazón de las tinieblasno ha sido el único neurótico cuya prosa es superior a su compañía íntima. Lo singular es que en este caso disponemos de una voz que lo amó con una ambivalencia próxima al repudio.

En alguna ocasión,Joseph Conraddijo que la virtud que más admiraba en el ser humano era la lealtad.Jessie encarnó ese ideal, pero se reservó un vengativo privilegio: tuvo la última palabra.