DRAMA

'La llave de Sarah', el horror en dos tiempos

QUIM CASAS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La llave de Sarah es una película que va de cierta ortodoxia del cine académico a una gratificante voluntad por convertir un drama histórico en una ficción mesurada. De hecho, a partir de una trágica experiencia individual se narra bastante bien un drama colectivo, el del colaboracionismo francés durante la ocupación nazi.

La parte inicial del filme documenta uno de esos hechos que la historia francesa ha querido silenciar sin conseguirlo. En julio de 1942, unos 9.000 agentes de la policía francesa, a instancias del Gobierno colaboracionista de Clichy, efectuaron una multitudinaria redada en París para detener a 13.000 ciudadanos de origen judío. La mayoría de ellos fueron retenidos en el Velódromo de Invierno de París durante varios días, en condiciones infrahumanas, para ser deportados después a los campos de concentración.

Esa es la historia general, el drama colectivo. Pero La llave de Sarah, que se basa en la exitosa novela de Tatiana de Rosnay, cuenta los hechos a partir de la peripecia individual de una niña que se hizo mujer viviendo con el peso terrible de lo que ocurrió en su familia aquella aciaga noche. El momento de esa revelación es devastador y marca al fuego el resto del filme.

La película se estructura en dos tiempos, el que atañe a la evocación de aquellos días en la Francia ocupada y el que le corresponde a la periodista, siempre distinguida bajo las facciones y porte elegante de Kristin Scott Thomas, que realiza hoy un reportaje sobre los acontecimientos. La construcción bipartita funciona bastante bien, otorgándole al relato su tono contenido, pese a lo que cuenta, y su estilo entre lo académico y lo mesurado.