El Gran Premio de España

Ferrari no repara en gastos

EL CONSORCIO CHRYSLER FIAT decide inyectar todo el dinero que necesite Maranello para pelear por el título de constructores de este año contra la poderosa Mercedes alemana

Vettel se incorpora a la pista con el Ferrari, tras una parada en boxes, durante la segunda sesión de entrenamientos en Montmeló, ayer.

Vettel se incorpora a la pista con el Ferrari, tras una parada en boxes, durante la segunda sesión de entrenamientos en Montmeló, ayer.

MIGUEL MARTÍNEZ / MONTMELÓ

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

No paran de reír, de hablar animadamente, de gastar bromas. Entre la tropa de Ferrari existe el convencimiento de que el GP de España es un lugar idóneo para plantar cara definitivamente a los Mercedes, para enseñar su potencial tras una sustancial mejora en los coches rojos, para buscar la victoria y no gracias a los problemas de las flechas de plata, como sucedió en Malasia donde venció Sebastian Vettel. Disponen de un sinfín de piezas aerodinámicas nuevas, de un nuevo software para el motor… «Ya, pero los demás, Mercedes, no se han quedado parados. Hemos mejorado, sí, pero no sabemos lo que han hecho ellos», advierte Vettel que, como todos los pilotos, prefiere comprobar sobre la pista las promesas que le hacen en la fábrica.

Ferrari se ha conseguido rehacer tras un penoso 2014, pero la falta de competitividad de aquel coche les permitió tomar una decisión muy eficiente, volcarse a trabajar en el monoplaza del 2015 mucho antes, con ingentes recursos. Cien millones de euros más se sumaron al presupuesto de 300, enfocados a evolucionar el motor, afinar el túnel del viento y modernizar el que hasta la fecha había sido el mayor talón de Aquiles en Maranello: el simulador y el CFD, el potentísimo ordenador donde se calculan todos los diseños aerodinámicos antes de llevarlos al túnel del viento.

Y todo eso comenzó con el denostado Marco Matiacci a la cabeza, el hombre que dio todos los galones a James Allison como jefe de diseño, apoyado por Simone Resta, relegando a Pat Fry y Nicolas Tombazis a un segundo plano hasta ser despedidos. Fueron cambios de envergadura que siguieron al despido de Luca Marmorini como jefe de motores, sustituido por Matias Binotto.

Maranello quiere el título

Matiacci dejó el cargo por un asunto personal, oscuro, y fue sustituido por Mauricio Arrivabene en diciembre, el exresponsable de Philip Morris que cuenta con todo el apoyo del actual presidente Sergio Marccione, el gran jefe que llega tras ocupar un alto cargo (y lo sigue manteniendo) en el consorcio Chrysler Fiat. A ellos, a los accionistas del grupo, les ha prometido una Ferrari ganadora, una Ferrari que gastará más dinero porque fabricará y venderá más deportivos. «Marccione proporcionará todos los recursos que Arrivabene le pida», dice Luca Cordero de Montezemolo, el anterior presidente. «El problema es que Stefano Domenicali (el director de Ferrari hasta el año pasado) nunca me pidió más recursos para hacer el coche campeón». Cuesta trabajo creerlo, cualquier jefe de equipos quiere más y más recursos, pero es verdad que Dominicali encaja en el perfil de buen chico. Y punto.

Pero es difícil saber quién miente y quién no en F-1. Solo un ejemplo. «Prescindimos de Alonso cuando se volvió triste y malhumorado», asegura Montezemolo en una entrevista en La Repúbblica. Y Alonso lo desmiente: «Me ofrecieron una renovación hasta el 2019 y fui yo el que no quiso seguir: no pueden asumir que les dije 'no'».

La relación entre Alonso y Ferrari no ha mejorado con su marcha, al contrario, incluso hay quien ve en esta tensión la razón del último despido, el de Massimo Rivola, el director de gestión deportiva, un amigo personal del asturiano. Y con él también han despedido al cocinero, aunque es difícil imaginar que se deba por el tiramisú que le prepara al asturiano.