Una lupa para no perder un detalle

Márquez bromea con la lupa que le ha regalado su equipo en Australia.

Márquez bromea con la lupa que le ha regalado su equipo en Australia. / periodico

EMILIO PÉREZ DE ROZAS

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Michael Phelps, Rafa Nadal, Nadia Comaneci, Serena Williams ya eran dioses a su edad. Michael Schumacher y Fernando Alonso tuvieron que esperar, a los 25 años, para convertirse en campeones. Michael Jordan, otro de los elegidos, que también ayer cumplía años, solo contaba con el oro olímpico en su vitrinas, mientras Usain Bolt ya se había colgado dos oros olímpicos y batido cuatro récords mundiales.

No hay manera, es imposible, que el catalán Marc Márquez (Cervera, Lleida, 17 de febrero de 1993) se crea un adelantado a su tiempo, un rockero de las motos, un ser superior, alguien que está escribiendo una historia al margen de la ya existente, ya rica en héroes, en el Mundial de motociclismo. Pero lo cierto, lo quiera o no Márquez («me queda mucho camino por recorrer»), es que todos, todos, los grandes campeones le consideran un ser muy especial, único, en cuanto a precodiad.

COMPARTIENDO HABITACIÓN

Márquez, que este viernes cumple 24 años, en la tercera y última jornada de los test que se han celebrado en el precioso circuito de Phillip Island (Australia), ha roto, a lo largo de los cuatro últimos años, los que lleva corriendo en la cilindrada reina, todos los récords de precocidad. Por eso, sus predecesores en esas listas, empezando por los norteamericanos Freddie Spencer y Kenny Roberts, lo han convertido en el piloto del nuevo siglo, por encima del italiano Valentino Rossi, poseedor de nueve títulos mundiales, de momento, cuatro más que el nen de Cervera.

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Márquez, que sigue viviendo en el modesto adosado que sus padres, Julià Márquez y Roser Alentà, poseen en Cervera y compartiendo una habitación con literas con su hermano Àlex, también campeón, recibió un regalo muy especial del equipo Repsol Honda, con el que ha ganado sus tres títulos mundiales de MotoGP, en los últimos cuatro años. Al margen de la fiesta, cánticos y pastel, «mi segunda familia», como llama siempre Márquez al equipo técnico que lidera Santi Hernández, le obsequió con una lupa.

MEJORANDO LA MOTO

«Es un regalo muy divertido y lo voy a utilizar mucho, mucho, ya verán. El motivo de que me obsequien con esta lupa -siguió explicando el piloto- es porque yo siempre les insisto en que miren muy bien los datos de la telemetría para encontrar lo que nos falta para ser aún más competitivos. Y, claro, me han dicho que, con esta lupa, ahora lo podré encontrar yo. Estoy muy agradecido porque HRC (Honda Racing Corporation, el departamento de carreras) está esforzándose mucho y paso a paso estamos mejorando».

La felicidad de Márquez no fue completa, pese a celebrar su 24º aniversario con buena parte de sus seres queridos y muy buenos tiempos en la pista. No estaba Santi Hernández, el técnico que lidera, desde los tiempos de Moto2, el grupo de técnicos y mecánicos que contribuye a los éxitos del campeonísimo catalán. Hernández, que se ha quedado en Barcelona por culpa de una pequeña intervención quirúrgica, fue altamente elogiado por Márquez al recordar: «No hay mayor verdad que esa que dice que, a los seres queridos, a la gente que necesitamos, solo las encuentras a faltar cuando no las tienes a tu lado y yo, hoy, he echado mucho de menos a Santi, que pronto volverá a estar entre nosotros».

No deja de ser curioso que, tratándose del 17 de febrero, cuando los test invernales llevan ya varias semanas en marcha (antes de acudir a Phillip Island, los pilotos se entrenaron en Malaisia y, dentro de 15 días, acudirán a Catar), Márquez no tenga más remedio que apagar, siempre, las velas a miles de kilómetros de casa.