¡Fuera coches!

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ANTONIO MADRIDEJOS / BARCELONA

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La "única manera efectiva" de reducir la contaminación del área de Barcelona es limitar drásticamente el acceso de vehículos al núcleo urbano, tal y como han hecho con notable éxito ciudades como Berlín, Londres, Praga o Roma, afirma la Plataforma para la Calidad del Aire, una asociación con representantes del mundo científico, ecologista, social, vecinal y ciclista, entre otros sectores.

Para la plataforma, las medidas aplicadas hasta ahora han tenido un efecto irrisorio. "Instalar puntos de recarga para vehículos eléctricos es una idea interesante, pero de un resultado ridículo puesto que tenemos menos coches que puntos de recarga -pone como ejemplo una de sus portavoces, María García, de Ecologistas en Acción-. Todo pasa por reducir la superficie de la ciudad consagrada al tráfico".

Según la plataforma, la Generalitat esconde la gravedad del problema cuando se refiere a "problemas puntuales" y "situación buena en líneas generales". Diversos estudios científicos sostienen que la mala calidad del aire es responsable de varios miles de muertes prematuras en el área de Barcelona. Además, los niveles recomendados por la OMS son el doble de restrictivos que los establecidos por la legislación comunitaria que se incumple todos los años.  

Para reducir el número de coches en circulación, primero debería determinarse qué zonas se restringen y etiquetar los coches en función de su nivel de contaminación, una posibilidad ya avalada por la Dirección General de Tráfico para los motores eléctricos. Los distintivos los otorgaría el ayuntamiento. "En función del color de las etiquetas -prosigue García- podría decidirse qué vehículos pueden entrar y cuáles se quedan fuera". Los coches diésel, especialmente los turismos de grandes cilindradas, y los de gasolina más viejos, en ambos casos con las excepción de los vecinos pero incluyendo a los turistas, serían los primeros en ser vetados. La medida podría aplicarse de forma permanente, que sería lo recomendable si se pretende un efecto duradero, o solo cuando los niveles de contaminación lo aconsejaran. En otras ciudades, entre ellas Madrid, se ha optado por un sistema de limitación en función del número de la matrícula.

Las primeras zonas de baja emisión o LEZ, según sus siglas en inglés, se establecieron en Suecia en 1996 y ahora hay ya más de 200 en 12 países europeos. "En Londres o en Berlín, donde viven más de un millón de personas dentro de la zona de restricción, no ha pasado nada al margen de mejorar la calidad del aire", insiste García. El caso ha sido particularmente exitoso en la capital alemana, con una limitación estricta, y menor en la británica, donde se aplica un peaje para entrar. 

TARIFAS DEL TRANSPORTE PÚBLICO

Esta limitación de acceso debería ir acompañada de otras medidas complementarias como una revisión de las tarifas del transporte público, especialmente para trayectos metropolitanos a partir de la segunda corona, cuyos precios son actualmente disuasorios "para mucha gente", dice García. También deberían construirse aparcamientos alternativos a la entrada de la ciudad de Barcelona y aumentar la red de carril-bici, con conexión entre los diversos municipios metropolitanos. Asimismo, considera urgente la electrificación completa de las flotas municipales y de diversos servicios en el puerto.

A juicio de la portavoz de Ecologistas en Acción, también es clave unir los dos tranvías a lo largo de la Diagonal hasta convertirlo en un "verdadero transporte metropolitano". En cuanto a la línea 9 del metro, lamenta que resulte tan cara y propone "cambiar el modelo" con una red de superficie electrificada. "No se puede invertir en transporte público sin incentivar su uso. No se pueden tomar medidas parciales sin planificación", concluye.