Medio siglo de colegio mayor

Unas 400 camas 8Una empleada arregla una habitación del Col·legi Mayor Penyafort-Monserrat.

Unas 400 camas 8Una empleada arregla una habitación del Col·legi Mayor Penyafort-Monserrat.

ANNALISA PALUMBO
BARCELONA

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El Col·legi Major Penyafort-Monserrat (Diagonal, 643) cumple 50 años. La Universitat de Barcelona abrió esta residencia, en un principio masculina, en 1963. En 1980, con la incorporación del vecino colegio de Monserrat y la unión de los dos edificios mediante un puente sus puertas se abrieron también a las chicas. El Penyafort-Montserrat acoge a 400 residentes, la mayoría entre 18 y 21 años.

«Esta residencia no es un hotel donde de tan una cama y un plato -cuenta la directora del centro, Montse Lavado-. Se trata de una comunidad que pretende influir en la vida de los estudiantes durante el tiempo que pasen aquí, pero también después de haberse marchado». Esto se traduce en una integración continua de los estudiantes, entre ellos y con exalumnos que siguen participando en la vida del centro. Establecen verdaderas redes de trabajo en las que los antiguos huéspedes, ahora profesionales, asesoran a los estudiantes y trabajan con ellos.

Formación y ocio

Un ejemplo es esta relación es el sistema instalado en el aparcamiento por residentes y exalumnos que permite saber qué plaza está libre y cual no, sin tener que dar vueltas. Los internos también se organizan para estudiar y el ocio. Pintan, participan en cursos de teatro y baile, tocan instrumentos y organizan torneos de deportes. Y no paran de discutir, con sus diferentes formaciones y el intercambio de ideas sobre los temas más dispares.

El centro les asesora en todo. Por 7.000 euros más IVA para el período entre el 1 de octubre y el 30 de junio, los residentes tienen una habitación (en la mayoría de los casos individual), pensión completa, limpieza y la posibilidad de disfrutar de todas las instalaciones del colegio: bibliotecas, salas de estudio, gimnasio, pista de deporte... Además, el Penyafort-Montserrat organiza a menudo eventos culturales. «Cuando acaban su carrera, no solo son licenciados, sino que habrán podido asistir a conferencias de profesores de Derecho, políticos relevantes y gente de otras áreas», añade la directora.

Pero vivir en un colegio mayor implica también unas normas. La mayoría hacen referencia al civismo. No están permitidas fiestas, aunque  se puedan organizar representaciones de teatro, de baile o música.

El comportamiento es el primer criterio de admisión y también para confirmar plaza para el año siguiente, junto a la integración en las actividades del colegio y las notas. La mayoría de estudiantes proceden de otros municipios catalanes y su rendimiento académico es excelente. Joana Martínez, 24 años, es de Vilaseca (Tarragonès) y estudia química. «Vivir aquí me ha hecho crecer como persona y conocer intereses que no sabía que tenía», cuenta.