EL DRAMA DE LOS SIMPAPELES EN EL MEDITERRÁNEO

La tragedia que no cesa

Cientos de inmigrantes mueren ante a la costa de Libia al hundirse dos barcos con unas 650 personas Los pasantes hundieron a propósito una embarcación en venganza por un motín

Tragedia humana 8Los cuerpos sin vida de tres subsaharianos rescatados por Libia yacen sobre un embarcadero de Garabulli, cerca de Trípoli.

Tragedia humana 8Los cuerpos sin vida de tres subsaharianos rescatados por Libia yacen sobre un embarcadero de Garabulli, cerca de Trípoli.

BEATRIZ MESA
MISRATA

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Una tragedia parecida no se vivía en años en las costas de Libia, país que sirve de tránsito de la inmigración del África subsahariana que pretende cruzar el Mediterráneo y entrar en Europa. La primera embarcación hundida  durante el fin de semana llevaba a bordo a 400 inmigrantes de Sudán, Siria y Palestina. La segunda, unos 250. Solo unas decenas salvaron la vida.

Los detalles del «homicidio de masa», tal y como describió la Organización Mundial de Inmigrantes (OIM) al primer hundimiento, se empezaron a conocer ayer, gracias los testimonios de dos supervivientes palestinos. Según sus declaraciones, la barca zarpó el pasado 6 de septiembre desde Damiette, en Egipto y a mitad de la travesía, la mafia que la dirigía obligó a los simpapeles a saltar a otra embarcación. Los pasajeros se negaron y los pasantes embistieron la popa, provocando un naufragio. Los supervivientes pasaron más de un día flotando en el agua gracias a los chalecos salvavidas, hasta que fueron rescatados.

Las autoridades de Malta -uno de los puntos de destino de las mafias- no habían dado por terminadas las labores de rescate cuando recibieron otra llamada de alerta de una segunda embarcación, que en la madrugada del lunes había zarpado de las playas de Trípoli, la capital, hacia el litoral de Italia.

La barca acababa de salir cuando sonó una potente explosión, provocando el hundimiento del barco. Anoche, las fuerzas navales libias solo habían podido rescatar a 36 personas, entre ellas tres mujeres, una de ellas embarazada. «Seguramente el resto de los ocupantes han muerto», aseguraron fuentes libias desde Trípoli. Muchos de los cuerpos aparecieron flotando en el mar.

Las costas de Libia están siendo el escenario de los más terribles dramas de la inmigración ilegal que busca una vida mejor en Europa, dramas con los que los libios empiezan a familiarizarse. En agosto, otros 100 inmigrantes de varias nacionalidades africanas murieron ahogados a pocos kilómetros de Trípoli.

«Estamos acostumbrados»

«Aquí en Libia, estamos acostumbrados a que los negros se mueran en el agua. No parece que preocupe demasiado, teniendo en cuenta el racismo que existe hacia los africanos», dijo Ahmed Asuak, un excombatiente libio, quien tampoco ocultó las torturas que, en ocasiones, sufren los inmigrantes cuando caen en manos de ciertas redes. La implicación de las milicias, tribus árabes y tuaregs del sur de Libia en las redes del tráfico de personas se produce debido al floreciente negocio que implica la actividad, en especial, desde la caída de Muammar el Gadafi, hace tres años. La ausencia de seguridad y de control de los flujos migratorios ha convertido a Libia en la puerta de tránsito de este tráfico humano.

«Llegué hace tres meses y tuve que pagar 600 dinares (unos 280 euros) del viaje de Níger al desierto de Sabha (el sur) y otros 550 dinares para alcanzar Misrata», relata Karim Mudassif, un nigerino de 27 años. Trabajaba como chófer en su país, pero en Libia se dedica a la construcción.

Karim no comprende la violencia con la que actúan las milicias en los puestos de control, donde debía pagar el «derecho de paso», equivalente a unos 40 euros. «¿Qué ocurre si no pagas?»«Te golpean», responde, resignado. «Mi grupo era de unas 20 personas e íbamos en un camión. Si haces sólo la cuenta de lo que paga cada uno en los puestos….», añade.

Todos los días, en las rotondas de Misrata, al norte del país, bajo los puentes, o a la sombra de los árboles, cientos de subsharianos aguardan un puesto de trabajo con un martillo en la mano. Todos buscan un hueco en la construcción. Uno de ellos, Abdelatif, de Níger, aclara: «Yo me quiero quedar en Libia, aunque mi objetivo final, en realidad, es Italia o Malta, solo por embarcar hay que pagar otros 700 euros». Estima que tardará, por lo menos, medio año en ahorrar esa cantidad. «Sé que puede salir mal la travesía. Mucha gente muere o te devuelven a Libia, pero con que uno lo haya conseguido, es suficiente para animarnos», explica.  La guardia costera italiana estima que alrededor de 50.000 inmigrantes, cruzaron el mar en los primeros seis meses del año. 10.000 más lo hicieron durante el 2013.