Conflicto en Oriente Próximo

Siria mancha el Líbano

Trípoli, la segunda ciudad libanesa, sufre los choques armados entre partidarios y detractores de Asad H La población teme que los enfrentamientos afecten a todo el país

Batalla 8 Un libanés suní observa un edificio en llamas durante los choques de hace una semana en Trípoli.

Batalla 8 Un libanés suní observa un edificio en llamas durante los choques de hace una semana en Trípoli.

   ANA ALBA / Trípoli (Líbano)

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Husein y Zubaida Munir viven en la calle Siria del barrio de Bab el-Tabaneh de Trípoli, la segunda ciudad del Líbano. Se criaron entre disparos y bombazos y sus 39 años han estado marcados por la guerra, que en este rincón del mundo enfrenta a los vecinos sunís de Bab el-Tabaneh con los del barrio de Yabal Mohsen, donde habitan unos 60.000 alauís.

La casa de Husein y Zubaida parece un colador. Las paredes de tres habitaciones están llenas de boquetes causados por granadas y salpicadas de agujeros de bala. Viven con el alma en vilo, tratando de evitar que el fusil de un francotirador acabe con la vida de uno de sus ocho hijos. «Los de Yabal Mohsen nos atacan cada día y nuestras maletas siempre están a punto para huir», explica Zubaida. Dos calles más arriba, Ali, de 32 años, relata una historia similar. El interior de su casa, en Yabal Mohsen, ha quedado reducido a cenizas. «Es el efecto de los lanzagranadas de Bab el-Tabaneh», indica.

A sangre y fuego

Desde que en 1975 estalló la guerra civil en Líbano, los vecinos de los dos barrios se han enfrentado a sangre y fuego, y en los últimos meses, los incidentes se han recrudecido por el conflicto del país vecino, Siria. Los de Bab el-Tabaneh apoyan la revuelta de la oposición siria contra el régimen de Bashar el Asad, pero los de Yabal Mohsen son partidarios del presidente sirio. Lo que más une a estos vecinos es la pobreza y el desempleo.

En las calles de Yabal Mohsen, situado en la falda de una pequeña colina a cuyos pies se extiende Bab el-Tabaneh, el rostro de Asad es omnipresente y la bandera siria ondea en postes y balcones. En Bab el-Tabaneh hay banderas libanesas y carteles contra Asad. Los dos distritos están separados por la calle Siria. Sus vecinos, divididos por este país.

Trípoli, de 500.000 habitantes, es la ciudad libanesa donde los islamistas tienen más presencia, es la cuna del movimiento salafista libanés. La ciudad se ha convertido en centro de acogida de combatientes del Ejército Sirio Libre (ESL), que luchan contra Asad. Los alauís de Yabal Mohsen los acusan de recibir armas y fondos de Arabia Saudí y Catar. Los combatientes de Bab el-Tabaneh lo niegan.

Comprar armas

«Solo tenemos las armas que compramos con nuestro dinero, como Kalashnikovs y lanzagranadas. Los de Yabal Mohsen tienen armas más sofisticadas porque se las dan [el movimiento chií proiraní] Hizbulá e Irán», asegura un mecánico que en sus ratos libres coge el fusil «para defender el barrio». En Yabal Mohsen -cuyos habitantes mantienen vínculos con los alauís de Siria, grupo de Asad- se comprueba que el arsenal de Bab el-Tabaneh no es tan pobre, a juzgar por los proyectiles que caen.

Los dos barrios están vigilados por el Ejército sirio, desplegado en la zona. En Bab el-Tabaneh aseguran que los militares «están de parte de los alauís». En Yabal Mohsen insisten que el Ejército «es neutral», apreciación que provoca dudas sobre la imparcialidad de los soldados. «El Ejército intenta evitar los choques», asegura Ali Fida, uno de los responsables del Partido Democrático Árabe (PDA) en Trípoli, formación que en la guerra civil apoyó a las tropas sirias contra el Movimiento suní islamista Tawhid. «Estamos determinados a evitar la guerra en Líbano, no hemos respondido a ninguna agresión contra el PDA», asegura Fida.

En Yabal Mohsen, algunos piensan que los choques, que la semana pasada causaron 15 muertos, son parte de la vida cotidiana y no desembocarán en una guerra generalizada. Otros libaneses ven el conflicto a la vuelta de la esquina. «Se aproxima la guerra. En los dos próximos meses puede empeorar la situación, aunque nuestros mensajes son de calma», dice un miembro de Hizbulá, principal apoyo del Gobierno libanés. Fuentes diplomáticas europeas señalan que «habrá más incidentes, pero no se llegará a la guerra, las formaciones políticas trabajan para evitarla».