Religión vs ciencia, privilegios frente a derechos

RAMÓN LOBO

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El nuevo campo de batalla son los derechos de los transexuales en EEUU. Cambia la temática, pero la lucha es la misma: privilegios frente a derechos, inmovilismo frente al cambio, a cualquier cambio. Todo empezó con Giordano Bruno y Galileo Galilei; al primero lo quemaron vivo el 17 de febrero de 1600 en Campo dei Fiori, en Roma; al segundo le forzaron a retractarse poco después bajo amenaza de muerte. Se impuso el dogma: la Tierra no gira alrededor del Sol, la Tierra es el centro del Universo.

Quizás todo empezó mucho antes, cuando el hombre primitivo comenzó a formarse algún tipo de conciencia sobre su finitud y creó un Más Allá para burlar la muerte. Ante la ausencia de la ciencia, de la primacía de los hechos demostrables, surgieron los mitos y de su complicación, las religiones, la explicación mágica a lo inexplicable.

Religión y ciencia viven en mundos opuestos, enfrentados. La misión de la ciencia es explicar todo lo que nos rodea y poder demostrar sus afirmaciones. A la religión le basta la fe y, a veces, la hoguera. El mundo se divide entre los que se niegan a renunciar a sus metáforas pese a las evidencias empíricas que las desmontan y los que investigan sin prejuicios, los que buscan más allá de cualquier frontera.

La religión tiende a explicar el mundo de una manera cerrada, poco interpretable, en la que son obligatorias las creencias y la obediencia debida. Más allá del confort espiritual que los individuos puedan encontrar, las estructuras de poder se han apropiado de sus símbolos y mensajes para defender la inviolabilidad de su poder terrenal. Sucedió, y sucede en el cristianismo; también en el islam.

Tras las revoluciones industrial y francesa, el poder de origen divino representado por los reyes absolutos se vino abajo, y con ellos la protección militar de los dogmas. La luz se abrió paso entre las tinieblas y surgieron numerosos descubrimientos científicos. El XIX fue el siglo de los prodigios, todo parecía posible.

Las religiones oficiales vivieron esa ciencia expansiva como un rival que ponía en jaque su superviviencia. Uno de los más odiados es Charles Darwin, y su teoría de la evolución de las especies. Parecía que dios había perdido su sitio en la creación. De aquel clima aperturista nacieron la democracia, los avances sociales, la escuela pública, los derechos humanos y los de los trabajadores, el matrimonio civil, el divorcio, todos condenados por la Iglesia en su momento.

Los defensores del mito frente a la razón se han mantenido encerrados en un búnker mental durante el siglo XX, y siguen en él en el XXI, consintiendo a regañadientes, y tras grandes batallas políticas y judiciales, los avances que denostan. Se opusieron al voto de la mujer, a los derechos civiles para los afroamericanos, al aborto y a los matrimonios homosexuales. En eso, España ha sido pionera. El nuevo frente son los derechos de los transexuales sin renunciar a la creencia estrella, el creacionismo: el Universo y todo lo que nos rodea lo creó dios en seis días (al séptimo descansó).

URINARIOS 'SEX FRIENDLY'

El Gobierno de Obama aprobó hace días una directiva para que los urinarios de las escuelas públicas sean 'sex friendly'; que incluyan a chicos, chicas y transexuales. Era la respuesta de la Casa Blanca a una ley en Carolina del Norte que obliga al 'trans' a entrar en el servicio de su sexo de nacimiento, no en el elegido o en el que se siente mejor. Carolina del Norte ha llevado el asunto a los tribunales. Discute la autoridad federal para imponerle determinadas leyes.

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Desde esta semana son 11 Estados los que han desenterrado el hacha de guerra contra Obama. Los republicanos le acusan de realizar un experimento masivo; esgrimen que esta ley facilitará el trabajo a los depredadores sexuales. Texas es uno los Estados rebeldes, quizá el más importante. En su envite se juega ayudas por valor de 10.000 millones de dólares.

Los escandalizados son los mismos que han guerreado y derribado gran parte del 'Obamacare', un atisbo de sanidad publica universal que ha quedado diezmada por las enmiendas y los pactos. No solo son ideas, es el negocio: proteger los beneficios de los que se dedican a lucrarse con la salud de todos, como protege a la Asociación Americana del Rifle. Ambos son donantes destacados. En este asunto no preocupan los depredadores armados hasta los dientes.

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Son los mismos que niegan el cambio climático, los mismos que defienden en un capitalismo sin límites ni alma, sin otro dios que el dinero a cualquier precio y otro paraíso que no sea el fiscal. Son los mismos que juzgaron a Bruno y Galileo porque la batalla es la misma: derechos frente a privilegios, mito frente a razón.