La transición en los países árabes

Pan, libertad y justicia

Solitario 8 Un turista camina por la explanada de las pirámides de Giza, en las afueras de El Cairo.

Solitario 8 Un turista camina por la explanada de las pirámides de Giza, en las afueras de El Cairo.

LAURA MILLAN / El Cairo

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«Pan, libertad y justicia social».El himno de la Revolución del 25 de Enero amenaza con volver con más fuerza que nunca a las calles de un Egipto asolado por la crisis económica. La caída del turismo, la falta de divisas y la inestabilidad política han arrojado al país del Nilo a una situación que los expertos ya no dudan en calificar de crítica.

En los últimos meses, Egipto ha intentado paliar la falta de ingresos -debida sobre todo al desplome del turismo y a la caída de las inversiones- recurriendo a las reservas del banco central, que han pasado de 36.000 millones de dólares a solamente 15.000 millones en un año y medio.

En un país que importa prácticamente todos sus productos básicos, desde la harina hasta el combustible, expertos economistas como la directora del Centro Egipcio de Estudios Económicos, Magda Kandil, aseguran que«las reservas han alcanzado un nivel crítico».

«Es la prioridad número uno para el nuevo presidente»,asegura Kandil en una entrevista en la que enfatiza la importancia de que el presidente electo, Mohamed Mursi,«active el diálogo con las instituciones internacionales, en especial con el Fondo Monetario Internacional (FMI), para conseguir ayudas».Para Kandil, si Egipto no consigue divisas en las próximas semanas,«las consecuencias serían catastróficas: aumentaría el coste de la vida y, por lo tanto, la pobreza».

De hecho, Egipto intenta desde hace unos meses conseguir un préstamo de 3.200 millones de dólares del FMI que le permita ante todo continuar subvencionando los productos básicos como, por ejemplo, el pan, el arroz y el combustible, que los egipcios compran a precios muy reducidos.

En los últimos meses, la inestabilidad política ha sido el peor enemigo de la economía egipcia.«Cada vez que parecía que se iba a llegar a un acuerdo, ha ocurrido algo en el plano político que lo ha impedido»,explica Kandil.

Estabilidad y crecimiento

En este sentido, es de esperar que la elección de Mursi como presidente estabilice la situación e inspire más confianza al FMI, que aseguró en un comunicado que Egipto tiene como desafíos«retomar el crecimiento y encarar los desequilibrios fiscales y externos».

Así, a pesar de que la presidencia de los Hermanos Musulmanes despierta recelo en Occidente en lo que se refiere a la política, la visión económica de la Hermandad es muy similar a la occidental.

«Los Hermanos Musulmanes han convertido la pequeña y mediana empresa en su principal prioridad», explica Kandil, que agrega que«al contrario que la oligarquía que dominaba Egipto en tiempos de Mubarak, la Hermandad tiene una visión desde abajo hacia arriba: movilizar la base y ayudar a crear empleo para que la economía crezca».

De hecho, la Nahda (Renacimiento), el programa de los Hermanos Musulmanes para gestionar Egipto en los próximos años, cita como punto esencial«desarrollar un programa para apoyar a las pequeñas y medianas empresas y crear una situación favorable para el progreso de este sector económico».

Pero la tarea de Mursi y los Hermanos se prevé difícil en un país donde alrededor del 40% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza. Además, el paro entre los menores de 30 años, que representan el 60% de los habitantes del país, alcanza el 25%.

Control militar

En los próximos meses, la relación de la Hermandad con la Junta Militar será clave para desencallar la economía del país, ya que el Ejército no solo se ha asegurado buena parte del poder político, sino que controla entre un 22% y un 40% de la economía a través de las empresas que posee.

«Los inversores y los organismos internacionales necesitan un Egipto estable»,subraya Kandil, antes de añadir:«Si no se tranquiliza la situación política, la economía seguirá sufriendo, el pueblo egipcio se empobrecerá y el país podría volver a entrar en otra era de agitación política».