NUEVA ERA DIPLOMÁTICA EN AMÉRICA

Obama y Cuba: todo comenzó con un cigarrillo en el 2004

El presidente demócrata ha tejido sus relaciones con La Habana y la nueva generación de cubanos en Florida desde su etapa como senador por Illinois

Barack Obama y Raul Castro se dan la mano durante su reunión en la Cumbre de las Américas en Panamá.

Barack Obama y Raul Castro se dan la mano durante su reunión en la Cumbre de las Américas en Panamá. / mn/ii

REUTERS / DAVID ADAMS

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La histórica charla que mantuvieron Barack Obama y Raul Castro en la Cumbre de las Américas de este sábado ha sido la culminación de un largo trabajo del presidente de Estados Unidos, quien en los últimos meses se había reunido con cubano-americanos moderados frustrados con los que siguen la línea dura y se oponen a negociar con la Habana.

La reunión entre Obama y Castro en Panamá escenificó el importante acuerdo que los dos mandatarios alcanzaron en diciembre pasado para normalizar las relaciones diplomáticas, que Washington rompió en 1961.

El cambio de actitud de los cubano-americanos, la mayoría de los cuales residen en Miami, fue clave para allanar el terreno a la reconciliación política impulsada por Obama. El presidente se sirvió del interés de las nuevas generaciones de ponerse en contacto con la isla comunista.

Ciertamente, los cubanos exiliados más críticos con el régimen de los Castro aún se oponen a estrechar lazos con La Habana. Y aunque no hubo protestas públicas contra el acercamiento entre las dos partes sí que se criticó a través de los medios y las redes sociales.

El candidato presidencial republicano Jeb Bush, cercano a los conservadores cubanos, resumió el malestar de la línea dura en un tuit: “¿Por qué legitimar el cruel dictador de un régimen represivo?”.

Obama ha estado tomando la temperatura de la comunidad cubano-americana durante años. Su primera lección práctica tuvo lugar durante un descanso en un evento para recaudar fondos en Chicago en el 2004, cuando era candidato al Senado federal.

VÍNCULOS CON MIAMI

El exalcalde de la ciudad de Miami, Joe Arriola, explicó a Obama cómo atraer a los votantes cubano-americanos. "Le dije que no escuchase a la derecha conservadora de Miami y que la generación de mis hijos pensaba diferente", recordó Arriola mientras fumaban un cigarrillo.

Arriola invitó a Obama a un acto de recaudación de fondos en Miami, donde logró 50.000 dólares para su campaña al Senado representando a Illinois. "Obama vino varias veces después de eso. Quería desayunar con nosotros y nosotros le presentaríamos a ciertas personas", dijo Arriola.

El encuentro casual en Chicago despertó el interés de Obama por los cambios en el enclave cubano-estadounidense de Florida, un Estado sólidamente republicano por aquel entonces. Ese acto de recaudación de fondos de Miami se mantuvo en secreto porque Arriola, exrepublicano de 67 años de edad, seguía trabajando para la ciudad y el otro participante, Manny Díaz, era el alcalde. Ninguno de los dos conocía cómo la comunidad cubana en el exilio reaccionaría.

El encuentro con un cigarrillo fue también el inicio de una amistad familiar que llevaría a dos de los hijos de Arriola, Ricky y Eddy, a unirse a Obama para trabajar en la comisión de finanzas de sus dos campañas presidenciales.

Que un pequeño grupo de cubano-americanos ayudaran a un candidato a senador demócrata en Chicago sería algo que iba a ayudar a moldear la política de Estados Unidos. “Obama les llamó la atención desde el principio, vieron su potencial, lo llevaron a Miami y lo empapararon del ambiente del Estado”, aseguró Carlos Saladrigas, uno de los cubanos que participaron en la recaudación de fondos de Obama en el 2004.

CAMBIO GENERACIONAL

El mensaje de Arriola sobre el cambio de rumbo de los cubanos en el exilio no fue una fanfarronada. Los sondeos mostraban un cambio generacional entre los líderes cubanoamericanos más jóvenes, que estaban más abiertos al compromiso con Cuba que la anterior generación, que abandonó la isla en los primeros días después de 1959, de la revolución de Fidel Castro.

Durante su primera campaña presidencial, y como parte de una política exterior más abierta al diálogo, Obama abogó por un diálogo directo con Cuba, e incluso dijo que estaba dispuesto a sentarse con Raúl Castro.

Entonces viajó a Miami para pronunciar un discurso donde mostraba su interés por deshacer las restricciones a las remesas y los viajes a la isla para las familias cubano-americanas. El embargo comercial seguía intacto.

En su reelección en el 2012, Obama ganó casi el 50 por ciento del voto cubano-americano del sur de Florida, casi el doble de lo que los demócratas se habían acostumbrado a conseguir.

La Casa Blanca también se acercó a otras voces más jóvenes de la comunidad cubano-americana, incluyendo Felice Gorordo, co-fundador de Raíces de Esperanza, un grupo independiente de jóvenes activistas cubanoamericanos.

"¿Hasta dónde puede llegar la administración sin provocar disturbios en Miami?", preguntó un exasesor de Obama en política latinoamericana, Dan Restrepo, a Gorordo durante una reunión en el 2012 para discutir la política hacia Cuba. “Le dije: ‘Dar la mano a Castro’, eso es algo difícil de tragar en Miami. Cualquier cosa que no sea eso es tolerable”, aseguró Gorordo a la agencia Reuters.

Cuando el inesperado apretón de manos entre Obama y Castro se convirtió en el momento más mediático del funeral de Nelson Mandela, en diciembre del 2013, los asesores del presidente tomaron nota de la tímida reacción de los cubanos estadounidenses. Para entonces, las conversaciones secretas con Cuba ya estaban en curso, dirigidas a la liberación Alan Gross, contratista estadounidense encarcelado en Cuba, y a la restauración de las relaciones diplomáticas.

Obama parece haber calibrado con precisión el estado de ánimo en Miami. Un fin de semana de enero, las protestas de los exiliados cubanos contra el deshielo de Obama con La Habana fueron ampliamente superadas por los manifestantes que protestaban por la cautividad de Lolita, una orca en el acuario de Miami.