ANÁLISIS

El horizonte ruso en Alepo

La segunda ciudad de Siria se enfrenta a la peor ofensiva; Putin devolverá la urbe a Asad pero creará una tragedia sin precedentes

RAFAEL VILASANJUAN

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La situación es tan abrumadora que cada vez que se abre un nuevo proceso para el diálogo se constata que la paz en Siria es más una ilusión que un horizonte al alcance. En una semana intensa tres acontecimientos han venido a confirmar esta realidad: por un lado el final de un nuevo intento de conversaciones en Ginebra, por otro una conferencia de donantes con miles de millones prometidos para las víctimas del conflicto y, mientras tanto, aviones rusos llevando a cabo el bombardeo más severo para intentar aislar a los rebeldes en Alepo, tal vez el único signo claro para entender hacia adonde camina esta crisis.

Tras cinco años de guerra se hace difícil vislumbrar un final, solo se definen tendencias. La guerra civil entre el Gobierno y la oposición rebelde se ha transformado hasta convertirse en un conflicto con multitud de actores y apoyos internacionales directos. Todos con objetivos concretos. Occidente quiere acabar con el Estado Islámico, pero nunca ha hecho mucho para forzar la salida de Bashar el Asad. Irán apoya en cambio al presidente, garante y aliado de la minoría chií siria. Por la razón contraria, las monarquías saudís apoyan a las diferentes facciones rebeldes, la mayoría sunís, incluyendo a las milicias de Al Nusra, una facción de Al Qaeda que combate EEUU. En medio de tanta guerra cruzada ¿Qué objetivo persigue Rusia?

ARSENAL MODERNO

Con una economía seriamente lastrada y en un momento de especial aislamiento internacional, el presidente ruso, Vladímir Putin se ha lanzado a proteger a uno de sus escasos aliados internacionales y ha convertido el conflicto en Siria en el principal frente ruso, fuera de su esfera inmediata de influencia, desde el final de la guerra fría. Mientras, la diplomacia occidental intenta persuadirle para que abandone a Asad. Pero si hasta ahora el apoyo ruso al Gobierno solo ha conseguido avances menores, en Moscú los medios siguen defendiendo la intervención rusa como una guerra heroica para acabar con el terrorismo islámico. Putin quiere sacar cabeza en la agenda internacional, por eso se ha lanzado a utilizar su arsenal más moderno al asalto de Alepo, la ciudad dividida entre facciones rebeldes y la herida principal donde empezó la hemorragia del régimen de Asad.

El tercer asalto va en serio, los bombardeos rusos han logrado sitiar la ciudad mas preciada. Pero cuando las milicias de Irán y de Hizbulá, que también apoyan al Gobierno, entren en la ciudad y los rusos ya no puedan bombardear la batalla será más sangrienta. Alepo, capital de la antigüedad siria, su ciudad más poblada, el centro neurálgico de la industria y la economía, se enfrenta a su peor ofensiva. Los bombardeos rusos han logrado cortar las principales vías de aprovisionamiento de los rebeldes, las mismas por donde llegan los alimentos y la ayuda a una población exhausta. El horizonte ruso es devolver la ciudad a Asad, pero el sitio de Alepo anuncia otro horizonte peor: una tragedia humanitaria sin precedentes y más refugiados, en una guerra sin fin.