La 'gran muralla de Japón'

El Gobierno trabaja en el proyecto colosal de construir muros de contención en 400 kilómetros de costa contra eventuales tsunamis

Almacén de material radiactivo en Naraha, prefactura de Fukushima.

Almacén de material radiactivo en Naraha, prefactura de Fukushima. / periodico

MARIBEL IZCUE / KESENNUMA

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Era un viernes de hace cinco años cuando un gigantesco tsunami provocado por un terremoto de 9 grados arrasó la costa noroeste de Japón y causó más de 18.000 muertos o desaparecidos. Unos 127.000 edificios quedaron totalmente destruidos, y cerca de un millón resultaron seriamente dañados. Hoy, unas 59.000 personas siguen viviendo en casas temporales, mientras las autoridades llevan a cabo una millonaria obra de reconstrucción y prevención que incluye una gigantesca cadena de muros de hormigón anti-tsunamis y la titánica tarea de elevar el suelo varios metros en distintos puntos del litoral.

Tras la catástrofe, la peor sufrida por Japón desde la segunda guerra mundial, el Gobierno destinó una partida de más de 200.000 millones de euros para la reconstrucción de Tohoku, el área afectada, en el periodo 2011-2016. Pero los trabajos avanzan despacio, arrastrados por su complejidad, y aún queda mucho por reconstruir o reparar. En estos cinco años se han eliminado unas 53 toneladas de escombros y se han designado viviendas permanentes para casi la mitad de quienes se quedaron sin ellas. También se han reconstruido carreteras y puentes. Pero en Japón, un país que conoce bien los efectos de los terremotos, no se trata solo de levantar de nuevo lo arrasado: las localidades costeras afectadas han desarrollado sus propios planes para intentar prevenir una nueva catástrofe de esas dimensiones.

En la ciudad portuaria de Kesennuma, en la provincia de Miyagi, la gran masa de agua dejó en 2011 más de 1.300 muertos y barrió gran parte de la ciudad. Hoy, decenas de obreros trabajan en la costa para levantar un grueso muro de hormigón de más de 10 metros de altura y 1,5 kilómetros de longitud que sirva de freno a un eventual tsunami. El proyecto suscita la oposición de una parte de la población, que lo ve como una barrera que aísla del mar a una ciudad que históricamente ha vivido de la pesca en sus aguas. Dudan de su eficacia e incluso de su necesidad, ya que muchas de las casas se están reconstruyendo en zonas elevadas lejos del alcance de tsunamis.

PROYECTO COLOSAL

El de Kesennuma es solo un eslabón de un proyecto colosal y polémico que contempla una cadena de muros similares a lo largo de 400 kilómetros de la costa nororiental de Japón, con un coste de unos 6.500 millones de euros. Algunos ya lo han bautizado como "la gran muralla de Japón", entre críticas que apuntan al daño que hará al turismo y a su posible ineficacia. Aunque el proyecto está sin aprobar en muchos municipios, en otros como el pequeño Ofunato, en la provincia de Iwate, las obras para levantar esta gigantesca barrera gris ya están en plena marcha.

En el pueblo de Rikuzentakata, donde en 2011 hubo unos 1.800 muertos o desparecidos, los trabajos ponen en cambio acento en la elevación del terreno. La explanada que era el centro de la ciudad y que hace cinco años aparecía llena de escombros es hoy un terreno más alto y llano, ya sin signos visibles del desastre, gracias a toneladas de tierra y piedras traídas de una colina cercana. Para ello se ha construido una especie de pasarela temporal, bautizada como "Puente de la Esperanza", que hace las veces de cinta transportadora para traer unas 40.000 toneladas diarias de material desde el otro lado del río. Las autoridades pretenden elevar el terreno hasta diez metros y levantar allí de nuevo 4.000 viviendas que fueron tragadas por las aguas. El proyecto, ambicioso y costoso, se prolongará al menos dos años durante los cuales quienes perdieron sus casas deberán permanecer en las casas temporales.

Aunque en teoría estaban pensadas para un uso máximo de dos años, las  pequeñas unidades prefabricadas son todavía hogar forzado para miles de las víctimas del tsunami. Según una encuesta publicada este mes por el diario 'AsahiShimbun', uno de cada diez de sus residentes aún no tiene la menor idea de dónde vivirá en un futuro.