'Test' para la eurozona

Evangelos Venizelos, el líder del Pasok.

Evangelos Venizelos, el líder del Pasok.

ELISEO OLIVERAS

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Las elecciones griegas supondrán un doble test para la eurozona. Primero, los comicios constituirán un examen de la fuerza política de la indignación popular por el injusto reparto de los sacrificios de la crisis impuesto desde el Eurogrupo y la Comisión Europea y si esa indignación es suficiente para tumbar a los partidos tradicionales e imponer un giro en la política económica y en cómo se sanean las cuentas públicas.

Segundo, un triunfo de la coalición de izquierdas Syriza pondrá a prueba la flexibilidad del Eurogrupo y su capacidad para corregir los obvios errores de la política de austeridad aplicada hasta ahora en Grecia por la troika —Comisión Europea, Banco Central Europeo (BCE) y Fondo Monetario Internacional (FMI).

Desde Alemania, habituada a imponer su diktat, se aborda esa negociación con la amenaza latente de dejar caer a Grecia fuera del euro. Pero esta salida del euro, que para Grecia sería una catástrofe, plantea enormes riesgos para el resto de la eurozona, aunque los inversores hayan recuperado la confianza en la deuda europea y que la anunciada compra de deuda por parte del BCE ofrezca una red de seguridad.

La salida de Grecia del euro y el consiguiente impago de la deuda (mayoritariamente en manos de los gobiernos europeos) costaría a Alemania 77.100 millones, según calcula el instituto alemán IFO. Los otros países de la eurozona también sufrirían cuantiosas pérdidas.

El problema de la deuda

La condonación parcial de la deuda griega (176% del PIB) que pide Syriza tiene pocas posibilidades. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, descartó abordar esa opción y señaló que el nuevo Gobierno «debe respetar los compromisos» del anterior. El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, advirtió a Grecia de que «debe respetar las reglas de la eurozona». Y la directora del FMI, Christine Lagarde, subrayó que «una deuda es una deuda y un contrato» y que una restructuración de la misma tendría consecuencias nefastas.

No obstante, los economistas Zsolt Darvas y Pia Hüttl, del think-tank Bruegel, estiman que una reducción adicional de la prima que cobra la eurozona Grecia por el rescate y un alargamiento adicional de 10 años del vencimiento de esos créditos podría reducir la carga financiera griega en 31.700 millones sin un coste adicional para sus socios.

Un triunfo de Syriza, además de dar un espaldarazo a fuerzas como Podemos, podría servir de acicate a los partidos socialdemócratas para impulsar una política distinta y abandonar la actual estrategia conservadora impuesta por los economistas neoliberales que dominan la Comisión Europea y el Gobierno alemán. Una estrategia que se apoya en informes demostrados erróneos, como la tristemente célebre y falsa tesis de Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff de que el crecimiento caía en picado cuando la deuda pública superaba el 90% del PIB.

La política de la troika en Grecia primó la devaluación salarial, que no era el problema real, sin ejercer la misma presión para liberalizar un economía dominada por estructuras oligopolísticas, como critica el profesor de Economía Theodore Pelagidis, de la Brookings Institution de EEUU. La troika recortó salvajemente las prestaciones sociales pero pasó escandalosamente de puntillas sobre la causa central del desastre presupuestario griego: la evasión fiscal sin precedentes de las personas con más ingresos.

La troika, que hizo despedir a cientos de miles de empleados públicos, ha permitido que la oligarquía griega siga con sus privilegios, como los armadores que están exentos de tributación. La troika no pidió investigar la lista de los 2.000 clientes griegos del banco suizo HSBC, en la que figuraban destacados políticos y responsables ministeriales y que los ministros Giorgios Papakonstantinou y Evangelos Venizelos prefirieron esconder en un cajón. La troika tampoco exigió investigar a las personas que transfirieron más de 200.000 millones a Suiza y cuyos ingresos declarados hacían imposible esos patrimonios. La troika avaló, por el contrario, reducir el tipo máximo del impuesto sobre la renta al 42% (inferior al de Alemania, Francia y España), pese a que impide una recaudación suficiente. El Eurogrupo tendrá el lunes la palabra.