TRAGEDIA AÉREA EN SUDAMÉRICA

El piloto del accidente aéreo del Chapecoense alertó de la falta de combustible

"Las luces se apagaron repentinamente y el avión tuvo un fuerte descenso", dice uno de los 6 supervivientes del desastre que provocó 71 muertos en Colombia

ABEL GILBERT / BUENOS AIRES

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"Las luces se apagaron repentinamente. Segundos después, el avión tuvo un fuerte descenso, seguido de un gran impacto". Es todo lo que ha podido decir del accidente aéreo Ximena Suárez, la azafata del RJ100 de la compañía boliviana en el que viajaba el Chapecoense, el equipo brasileño que quedó diezmado al estrellarse la aeronave en el municipio colombiano de La Unión. “No recuerdo más hasta ahora”. Y esa oscuridad, parecida a la de las cajas negras, ya extraídas, empezó a esclarecerse con la grabación de los instantes finales. “Jesús”, fue la última y persignada palabra que le dijeron desde la torre de control al piloto que intentaba lo que, en ese segundo atroz, parecía inexorable: evitar que el avión Lamia 933 cayera en el norte de Antioquia y se desatara una tragedia con 71 muertos y 6 heridos. “Señorita, está en fallo total, fallo eléctrico total, sin combustible”, dijo el capitán Miguel Quiroga. “Pista libre y esperando lluvia sobre la superficie, Lamia 933, bomberos alertados”, le respondieron. En la torre perdieron la señal. “No lo tengo, notifique rumbo ahora”. Y luego sucedió lo tan temido.

Veinte víctimas ya fueron identificadas y se espera que al finalizar la semana se complete esa tarea. Mientras, tres futbolistas, un periodista y dos miembros de la tripulación se aferran a la vida. “Sobreviví porque seguí los protocolos de seguridad. Muchos se levantaron de sus asientos y comenzaron a gritar”, contó Erwin Tumiri, el técnico del avión. A Jackson Follmann, el portero suplente, se le amputó una pierna. El defensa Helio Neto tiene traumatismo craneal. Alan Ruschel puede quedar parapléjico.

El Atlético Nacional, que debía disputar la final de la Copa Sudamericana con la Associaçao Chapecoense, le propuso a la federación regional de fútbol que se le otorgue al equipo brasileño el título de campeón honorífico en homenaje póstumo a las víctimas del peor desastre aéreo de Colombia en los últimos 21 años. En diciembre de 1995, un avión de American Airlines se estrelló en una zona montañosa cercana a la ciudad de Cali. De los 164 ocupantes solo sobrevivieron cuatro.

FALLO ELÉCTRICO

La hipótesis de los problemas de combustible había ganado terreno después de conocerse el testimonio de Juan Sebastián Upegui, un copiloto de Avianca que sobrevolaba el aeropuerto de Rionegro en el momento del accidente. Upegui reveló la conversación entre la controladora aérea y el capitán Quiroga que manejaba la nave siniestrada y luego fue transmitida por una radio colombiana. El avión había salido de la ciudad boliviana de Santa Cruz. Su travesía hasta Medellín era de unas cuatro horas. Pero la aeronave británica fabricada en los años 90 sirve para cubrir distancias cortas, como indica la sigla RJ (Regional Jet). Ese tipo de avión, señalan los expertos, no debía haberse empleado para recorrer 2.265 kilómetros. Tres semanas atrás había viajado en ese mismo aparato la selección argentina para jugar con Brasil en Belo Horizonte. Allí pudo haberse subido nada menos que Leo Messi.