La agonía de Cameron

Compás de espera 8 Cameron durante una visita a una fábrica en el condado de Hampshire, ayer.

Compás de espera 8 Cameron durante una visita a una fábrica en el condado de Hampshire, ayer.

BEGOÑA ARCE / LONDRES

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«¿Se despierta en medio de la noche sudando, pensando en la posibilidad de una derrota?», le han preguntado al primer ministro británico David Cameron esta semana. «Por supuesto», fue su respuesta inmediata. La posible victoria del  le debe ir quitando el sueño y dándole escalofríos. A buen seguro que esta noche Cameron no pegará ojo. A la posible «tragedia» de «ver romperse el Reino Unido», como él decía, se puede unir el drama personal de tener que embalar los muebles y hacer la mudanza. Si Escocia se juega su futuro, el primer ministro británico también tiene su destino en el aire. Cameron ha dejado entrever con mucho humor lo mal que lo está pasando. «Después de los acontecimientos de los últimos días, el asesinato hubiera sido una liberación muy bien recibida», les dijo a los invitados el martes durante la presentación de un libro en Downing Street.

La incertidumbre ha desatado los nervios y ha multiplicado el trabajo en la residencia oficial del primer ministro. El equipo de colaboradores de Cameron está trabajando en el plan A y el plan B. Ante la imposibilidad de tomar una decisión, andan preparando al mismo tiempo dos agendas alternativas. La que terminará llevándose a cabo dependerá del resultado de mañana por la mañana. «Estoy nervioso, pero confiado», comentaba ayer Cameron.

En la primera agenda, la oficial hasta ahora, tiene previsto un importante viaje al extranjero. El martes le esperan en Nueva York para participar en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Allí celebrará durante dos días una serie de reuniones calificadas de «vitales», para concretar la coalición que luchará contra el Estado Islámico. El Reino Unido podría anunciar incluso el inicio de ataques aéreos contra los yihadistas. En ese mismo marco también discutirá asuntos relacionados con el cambio climático.

La segunda agenda se mantiene mucho más celosamente guardada. Es la que se activaría en caso de victoria del sí. La versión oficial es que no hay previstos planes de contingencia. Sin embargo, la separación de Escocia obligaría a tomar medidas extraordinarias el mismo viernes. La preocupación más inmediata sería frenar cualquier convulsión en los mercados financieros y posibles fluctuaciones de la libra esterlina. Cameron, sin duda, habría de celebrar consultas con el Banco de Inglaterra, que también está a la expectativa de lo que ocurra.

La ruptura del Reino Unido abriría una crisis política y constitucional. El primer ministro podría convocar el Parlamento durante el fin de semana, o quizás esperar al lunes, después de haber conversado con Alex Salmond y haber acordado los siguientes pasos a dar.

Un Cameron muy debilitado habría de enfrentarse a las recriminaciones de sus propios diputados en los Comunes. ¿Le obligarían a dimitir los propios tories furiosos por haber aceptado convocar la consulta? Ayer el primer ministro volvió a descartar esa posibilidad. «Mi nombre no está en la papeleta».

Salvar la piel

Quizás sería la oposición laborista la que presentara un voto de censura. Pero Cameron podría salvar la piel momentáneamente. En la situación sin precedentes en que se hallaría el país, la caída del Gobierno solo incrementaría la inestabilidad. Las elecciones previstas para mayo se podrían adelantar, si se va, o por el contrario, se retrasarían hasta completar en los próximos 18 meses las delicadas negociaciones sobre los términos de la independencia con Salmond.

En la oposición también deben contar con un plan B. Los laboristas celebran la próxima semana el congreso anual, que se puede ver interrumpido de convocarse el Parlamento el lunes. Tampoco está lista la redacción final del discurso del líder, Ed Miliband, para el martes, que variará en función de lo que ocurra en Escocia.

Incluso la reina ha tenido que cancelar la tradicional fiesta escocesa que cada año celebra en su residencia de Balmoral. El baile, con gaitas y tartanes, en el que solo participan la familia real y sus empleados escoceses, estaba previsto para hoy, pero se ha cancelado. Isabel II también espera a los 88 años saber si su país se ha dividido en dos.