ELECCIONES PRESIDENCIALES EN AUSTRIA
Austria se juega en las urnas la legitimación de la ultraderecha
El país transalpino debe elegir entre el ecologista Alexander Van der Bellen o el populista xenófobo Norbert Hofer como su próximo presidente
Carles Planas Bou
Periodista
Periodista tecnológico entre el mundo digital y la política internacional. Centrado en capitalismo de plataformas, IA, vigilancia y derechos digitales. Excorresponsal en Berlín durante más de cuatro años, cubrió los gobiernos de Merkel, la crisis de los refugiados y el auge de la extrema derecha. También ha trabajado en Europa Central y en Canadá. Graduado en Periodismo por la URL y máster en Relaciones Internacionales por la UAB. Ha colaborado con TV3, TVE, Deutsche Welle, Catalunya Ràdio, El Orden Mundial o El Salto.
CARLES PLANAS BOU / VIENA (ENVIADO ESPECIAL)
Hoy en Europa se juegan algo más que unas elecciones. En un ambiente cansado tras meses de incertidumbre y de agresiva campaña electoral, los austriacos acuden este domingo a las urnas para decidir quien será su próximo presidente. A pesar de que el rol del jefe de Estado es principalmente simbólico, los resultados de estos comicios serán analizados con lupa desde todo el continente y especialmente desde Bruselas donde preocupa que una victoria del populista, xenófobo y euroescéptico Norbert Hofer pueda dar alas a este movimiento nacionalista transversal que ya ha golpeado al Reino Unido con el 'Brexit' y que puede establecerse con el triunfo de Marine Le Pen en las presidenciales francesas del próximo abril.
El pasado 22 de mayo el próspero país transalpino vivió las que fueron probablemente las elecciones más emocionantes de su historia. Tras horas de recuentos y gracias al voto por correo, el ecologista Alexander Van der Bellen le arrebató la victoria a Hofer por tan solo 30.000 votos, en un ajustado resultado del 50,3% frente al 49,7%. A pesar de aceptar primero los resultados, el candidato del Partido por la Libertad de Austria (FPÖ) no bajó los brazos y los denunció por presuntas irregularidades. En junio, el Tribunal Constitucional dio la sorpresa al aceptar la impugnación y pedir la repetición de los comicios.
Medio año más tarde, Austria afronta esta kafikiana situación cansada de debates y mítines. Los resultados son inciertos y las encuestas preven otro resultado muy ajustado. Durante la campaña, el FPÖ ha querido suavizar su dura retórica contra los inmigrantes y lo ha maquillado priorizando la economía para difundir un mensaje de miedo. “El FPÖ puede exacerbar algunos miedos pero sabe que ahora lo más inteligente es jugar una carta más popular como el 'antiestablishment' o la lucha contra la crisis económica”, apunta el analista en comunicación política residente en Viena Joan Barata. Las últimas encuestas apuntan a que si hoy hubiese elecciones legislativas los populistas serían el partido más votado, con un 30% de los sufragios.
Más allá del impacto que tenga su discurso entre los austríacos, estos comicios han certificado el hundimiento del establishment, ya que por primera vez en la historia del país socialdemócratas y democristianos sufrieron la humillación de no superar la primera vuelta. Esa falta de un centro tradicional ha evidenciado una profunda división a la hora de votar entre dos candidatos que no gustan a muchos.
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