Arabia Saudí erige un muro contra el EI

Su objetivo es evitar ataques del Estado Islámico en su territorio

ANA ALBA / JERUSALÉN

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El grupo yihadista Estado Islámico (EI) persigue el objetivo de tener en sus manos, algún día, las ciudades más sagradas del islam, La Meca y Medina. Las dos famosas urbes, destino de millones de peregrinos musulmanes, se encuentran en la enorme Arabia Saudí, que ocupa la mayor parte de la península Arábiga. Los saudís hace tiempo que temen que el EI acabe representando una seria amenaza para ellos. Desde hace unos meses luchan contra los yihadistas en Irak con la coalición internacional creada por EEUU. Pero en los últimos años han financiado a grupos islamistas extremistas que más tarde se han vinculado al EI.

Hace dos semanas, este grupo atacó un puesto fronterizo en los límites entre Irak y Arabia Saudí, en el noreste del país. Tres guardias de fronteras, entre ellos el jefe de operaciones fronterizas de la zona norte, fueron asesinados. También murieron tres de los atacantes. «Este es el primer ataque del EI contra Arabia Saudí y es un mensaje claro después de que este país haya entrado en la coalición internacional contra los yihadistas», dijo a la agencia Reuters Mustafa Alani, analista iraquí experto en seguridad.

Isla de calma

Una gran parte del territorio iraquí que bordea la inmensa Arabia Saudí está ahora en manos de los yihadistas. Los saudís quieren aislarse del caos y la desgracia que azota a sus vecinos, quieren ser una isla de calma blindada donde el terror yihadista no pueda penetrar. Para conseguirlo, el pasado septiembre comenzaron a construir el denominado Gran Muro, que ya barruntaron levantar en el 2006, cuando la guerra en Irak pasaba por uno de sus momentos más cruentos.

Entonces, en Riad, la capital saudí, se aseguraba que construir el muro era «extremadamente urgente». La mayor preocupación de la monarquía saudí era que los insurgentes saudís que combatían en Irak trajeran el conflicto a las calles de las principales ciudades del país. Algunos analistas explicaban que la sensación de los ciudadanos era que Irak estaba fuera de control y había que parapetar la frontera. También les preocupaba que la guerra en el país vecino generara un enorme flujo de refugiados. La situación ahora, con la presencia del EI en Irak, es similar.

La suerte de muralla que sellará la frontera de Arabia Saudí con Irak será una parte dique y otra valla y recorrerá 965 kilómetros del terreno en el que los dos países se tocan, desde la localidad de Hafar al-Batin, cerca de la frontera entre Irak y Kuwait, hasta la ciudad de Turaif, al noreste, próxima a Jordania. La monarquía saudí, liderada por el rey Abdulá bin Abdulaziz al Saúd, no va a escatimar petrodólares en la construcción de este proyecto, aunque no se ha detallado cuál será su coste.

Cuando se propuso el Gran Muro en el 2006, algunos expertos señalaron que costaría casi 400 millones de euros. El presupuesto podría ser ahora más elevado. En julio del 2009, según el diario israelí Haaretz, la monarquía saudí firmó un acuerdo con la empresa europea de la industria de defensa y aeroespacial EADS para construir el muro de separación de Irak en la parte saudí de la frontera.

Despliegue gigantesco

El muro constará de cinco capas, tendrá 38 puertas delanteras y traseras, 78 torres de controlcámaras de visión nocturna, sensoresalarmas50 radares y 1.450.000 metros de redes de fibra óptica. Todo contará con la tecnología más puntera. Además, habrá ocho centros de control y mando, 32 centros de respuesta rápida, tres comandos de intervención rápida y 10 vehículos de vigilancia. Y se ha desplegado en la zona a 30.000 soldados.

«Dejaremos el número de infiltrados y de contrabandistas de drogas, armas y ganado a cero», señalaron las autoridades de Riad, según la Agencia Saudí de Prensa (ASP).

Las relaciones entre la monarquía saudí y el Gobierno iraquí fueron bastante tensas durante los años en que este último estuvo encabezado por el primer ministro chií Nuri al Maliki. Riad lo acusaba de marginar a la minoría suní de Irak y de alentar así a la insurgencia. Maliki aseguraba que los petrodólares saudís financiaban «el terrorismo» en Irak. Desde el pasado septiembre, el Gobierno iraquí está liderado por Haider al Abadi.

Esta no es la única pared gigante que Arabia Saudí construye en sus fronteras por cuestiones de seguridad. En el 2003, Riad empezó a levantar un muro en los límites con Yemen, en el sur, que debía tener una extensión de unos 1.770 kilómetros y pretendía acabar con la entrada de yemenís que buscaban una oportunidad laboral, con el contrabando y los ataques. La oposición yemení provocó que los trabajos de construcción se interrumpieran en febrero del 2004, aunque posteriormente se han continuado en algún tramo.

Los yemenís, especialmente los que vivían cerca de la frontera, aseguraron que el muro tendría consecuencias adversas para ellos, especialmente porque afectaría a sus actividades comerciales. También alertaron de que perjudicaría su contacto con los familiares que tenían al otro lado de la frontera.