El antisemitismo marca los 70 años del horror de Auschwitz

Supervivientes del campo de concentración de Auschwitz, liberado el 27 de enero de 1945 por tropas soviéticas, asisten a la ceremonia de conmemoración junto a líderes mundiales, ayer.

Supervivientes del campo de concentración de Auschwitz, liberado el 27 de enero de 1945 por tropas soviéticas, asisten a la ceremonia de conmemoración junto a líderes mundiales, ayer.

EL PERIÓDICO / AUSCHWITZ

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Líderes mundiales y cerca de 300 supervivientes de Auschwitz asistieron ayer a la conmemoración del 70 aniversario de la liberación del antiguo campo de concentración, símbolo de la barbarie nazi, donde en la segunda guerra mundial fueron exterminadas 1,5 millones de personas, en su mayoría judíos europeos. La ceremonia, en la que tres supervivientes recordaron el horror de su experiencia e imploraron no olvidar jamás la tragedia del Holocausto, se convirtió en un clamor mundial contra la intolerancia y el antisemitismo, en unos momentos en que, precisamente, Europa vuelve a sufrir preocupantes episodios de violencia, sacudida por la guerra en Ucrania y por un creciente antisemitismo extendido por el continente.

La conmemoración, celebrada en una carpa frente a la entrada de este antiguo campo de la muerte del sur de Polonia transformado actualmente en museo, fue seguida por delegaciones de 50 países, en una jornada solemne presidida por el frío y la nieve. Entre los que acompañaron a los supervivientes estaban los presidentes de Francia, François Hollande; Alemania, Joachim Gauk; Ucrania, Petro Poroshenko; y Austria, Heinz Fischer, junto al anfitrión, el jefe del Estado polaco, Bronislaw Komorowski, encargado de inaugurar el acto. También acudieron el rey de Bélgica, Felipe, y su esposa Matilde, y los monarcas de Holanda, Guillermo-Alejandro y Máxima, entre otros mandatarios.

En su discurso, Komorowski recordó que Polonia había devenido la «depositaria de la memoria de Auschwitz-Birkenau y del Holocausto», símbolos del «genocidio totalitario», y pidió al mundo que se esfuerce para evitar que una tragedia como aquella se pueda repetir.

XENOFOBIA / Komorowski añadió también la necesidad, en estos momentos, de «defender la libertad, la justicia, la tolerancia y el respeto» frente a «la xenofobia y el antisemitismo». Y recordó las palabras del papa Juan Pablo II cuando estuvo en Auschwitz justo hace 10 años y dijo que constituía «una cuenta dolorosa con la conciencia de la humanidad».

Sin embargo, tres testimonios personales fueron los más sobrecogedores de la ceremonia, que seguramente será la última en contar con la asistencia de tantos supervivientes, teniendo en cuenta su elevada edad. La exprisionera polaca Halina Birenbaum, nacida en 1929, que sobrevivió siendo niña al gueto de Varsovia y a otros campos de concentración, y que hoy reside en Israel, se dirigió al público, pero sobre todo a los líderes presentes, para lamentar que, si Auschwitz pudo existir durante cinco años, «entonces todo lo perverso es posible en nuestro mundo». «Contra eso tenemos, tienen ustedes que luchar», exigió, antes de agradecer al memorial de Auschwitz la conservación de los objetos y documentos que demuestran la barbarie que ella y otros cientos de personas sufrieron en su cautiverio.

«Actuar, no solo recordar», afirmó por su parte el superviviente estadounidense Roman Kent. «Recordar sí, pero no solo, también educar a las futuras generaciones para que entiendan lo que sucedió cuando se permitió que el odio se apoderase de todo. Hay que enseñar tolerancia y entendimiento, tanto en casa como en el colegio», exhortó.

Kent, nacido en 1929 en Lódz, que fue prisionero también en Gross-Rosen y otros campos, se preguntó cómo va a olvidar el «olor a carne quemada» de Auschwitz, y entre lágrimas y aplausos de los asistentes, describió la vida en el terrorífico centro de exterminio con palabras que quedarán para el recuerdo: «Un minuto en Auschwitz era como un día entero, y un día como una semana, y una semana como un mes. Una eternidad de horror», dijo.

Otro testimonio, el único de un superviviente no judío, fue el del polaco Kazimierz Albin, nacido en Cracovia en 1922 y deportado a Auschwitz en 1940 por cooperar con la resistencia. Albin quiso recordar el papel de los partisanos polacos, que lucharon valientemente contra los nazis en los alrededores del campo y que ayudaron a los pocos presos que, como él, lograron escapar con éxito de sus instalaciones, en febrero de 1943.

El presidente francés escuchó atento sus palabras, tal vez con mayor atención que otros. Viajó a Polonia cuando no hace ni tres semanas de los atentados de París, en los que tres islamistas mataron a 17 personas en los ataques contra el semanario satírico Charlie Hebdo y un híper de comida kosher. Cuatro judíos franceses se contaron entre las víctimas, las últimas de una serie de ataques armados contra judíos en Europa. Es por ello que, por la mañana, Hollande aprovechó la jornada para rendir también tributo, en el memorial de la Shoa de París, a los 75.000 judíos de Francia deportados durante el régimen colaboracionista de Vichy. «La República francesa no olvidará jamás», dijo. Hollande se esforzó por tranquilizar a la comunidad judía. «La lacra del antisemitismo lleva a algunos judíos a cuestionarse su presencia en Francia, pero para vosotros, franceses de confesión judía, vuestro sitio está aquí. Francia es vuestra patria», aseguró.

En Auschwitz, además de políticos, se dieron también cita representantes del mundo de la cultura, el arte o el cine, como el realizador judío estadounidense Steven Spielberg, director de La lista de Schindler, que asistió así a la emisión del documental de 15 minutos sobre Auschwitz que recientemente ha coproducido y que cuenta con la voz de la actriz Meryl Streep como narradora.

La ausencia más sonada fue ayer la del presidente ruso, Vladímir Putin, que acusó a las autoridades polacas de no haberle invitado, a pesar de que fueron las tropas soviéticas las que liberaron el campo de exterminio. Desde Moscú, Putin recordó que «el fin a esa monstruosidad e implacable barbarie nazi lo puso precisamente el Ejército Rojo, que salvó del exterminio no solo a los judíos, sino también a otros pueblos de Europa y del mundo», declaró.