LA VIOLENCIA EN EL CUERNO DE ÁFRICA

Adiós a Somalia

Un grupo de mujeres y niños somalís esperan para recibir medicinas de MSF, al sur de Mogadiscio.

Un grupo de mujeres y niños somalís esperan para recibir medicinas de MSF, al sur de Mogadiscio.

MARC MARGINEDAS
BARCELONA

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«Esta es, sin duda, la decisión más difícil que he tomado jamás».

Unni Karakunara, presidente internacional de Médicos sin Fronteras (MSF), no quiso, en una teleconferencia de prensa celebrada ayer en Nairobi, restar trascendencia al anuncio que acababa de realizar. Después de 22 años de presencia ininterrumpida en Somalia, la organización que dirige decidía cerrar todos sus programas médicos en el país africano debido a la falta de respeto hacia el personal humanitario por parte de autoridades, líderes civiles y grupos armados somalís, que, según Karakunara,«toleran, instigan y hasta condonan»actos como el secuestro o el asesinato de cooperantes. La medida, casi sin precedentes en el historial de una oenegé acostumbrada, como pocas, a trabajar en situaciones de extremo riesgo y galardonada con el Nobel de la Paz en 1999, dejará sin asistencia médica a cientos de miles de personas, habida cuenta de que, solo en el 2012, gracias a los diferentes programas de MSF en Somalia, se realizaron más de 624.000 consultas, cerca de 60.000 personas fueron vacunadas y alrededor de 41.000, hospitalizadas. Unos 1.500 cooperantes locales verán extinguidos sus contratos. Pese a las difíciles condiciones de seguridad que reinan en el norte de Kenia, MSF seguirá trabajando en el campo de refugiados de Dadaab, donde fueron secuestradas Blanca Thiebaut y Montserrat Serra.

Los dos acontecimientos que han precipitado la decisión de MSF de recoger velas han sido, por un lado, el secuestro de las dos españolas, que pasaron cautivas 21 meses, y el asesinato, en el 2011, de dos trabajadores expatriados en un centro de la ONG en Mogadiscio durante una reyerta a manos de un trabajador local. Este último incidente se saldó con la excarcelación del asesino tres meses después de haber sido condenado a 30 años de prisión.«Son los últimos de una serie de abusos extremos que hemos sufrido»,sostiene el presidente internacional de MSF.

Enorme impacto

El impacto de la retirada va a ser«enorme» y tener conciencia de ello es «extremadamente doloroso»,admite José Antonio Bustos, presidente de MSF-España, en declaraciones telefónicas a EL PERIÓDICO desde la capital keniana. Aunque no es la única oenegé presente en Somalia, sí es la«más preparada para trabajar en las zonas del país más remotas y desasistidas».Además de la«tragedia»que supone bajar la persiana a los programas que se llevan a cabo en Mogadiscio -gracias a los cuales, solo en el 2012, se realizaron más de 141.000 consultas e ingresos hospitalarios y donde se han concentrado importantes«necesidades humanas»- Bustos destaca también los problemas que ocasionará su ausencia en las zonas del sur del país, aún bajo control de la milicia Al Shabaab, vinculada a Al Qaeda.

Será muy probablemente un alejamiento que se prolongará«años», reconoce Bustos, sobre todo si se tiene en cuenta que el único precedente en los 41 años de vida de la organización -la retirada de MSF de Afganistán en el 2004 tras el asesinato de cinco trabajadores- la ausencia se prolongó durante casi un lustro.

En Somalia, MSF ha tenido que hacer concesiones y renunciar a algunos de sus principios básicos, como es el de contratar escoltas armados para trasladarse.