conmemoración de un hito histórico para europa

Una, grande y complicada

RUBÉN GÓMEZ DEL BARRIO
BERLÍN

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Hace hoy 20 años, el presidente Richard von

Weizsäcker proclamaba la reunificación alemana frente al Reichstag, a poco metros de donde solo un año antes discurría el muro de Berlín. Alemania volvía a ser una y miles de ciudadanos se lanzaron a las calles a celebrarlo con el mismo júbilo que desprendían los titulares de prensa de entonces, pero también con la inquietud compartida con otros tantos editoriales que, sin ánimo de ensombrecer un nuevo momento histórico, no podían sino preguntarse cuáles y cómo serían los designios del país unificado. Dos décadas después, los periódicos irradian un efluvio que no dista mucho del que se podía respirar aquel 3 de octubre de 1990 y que, como antaño, discurre a medio camino entre la alegría y el escepticismo.

La prensa alemana lleva días haciendo análisis y balance de este hito. Es el momento: 20 años es tiempo suficiente para preguntarse hasta qué punto la reunificación ha cumplido su objetivo. Aunque con la consciencia de que, por mucho que se recurra a encuestas o estudios, la respuesta exacta -si la hubiera- ha de venir cargada con la misma dosis de incógnita que las de aquellos editoriales de periódicos de hace dos décadas. Tampoco la finalidad de los medios es amargar los festejos -de ahí que todas las cabeceras recen al unísono el ya famoso «somos un solo pueblo»-, pero ¿se puede definir la reunificación como un éxito?

«DIFERENCIAS ESTRUCTURALES» / Ateniéndonos al sentir conjunto de la prensa y a la vista de las importantes brechas que todavía existen entre el este y el oeste, parece que no. La esfera política así lo siente; incluso la mismísima cancillera, Angela Merkel, lo reconocía esta semana al declarar que «sigue habiendo diferencias estructurales, como lo demuestran cada mes las cifras de empleo».

Aun con talante optimista, la cancillera dejó claro que la Alemania reunificada sigue dividida en lo económico, como lo atestigua que, dos décadas después, los estados de la extinta República Democrática Alemana (RDA) se siguen caracterizando por una falta de rendimiento económico y de productividad, así como por una escasez de empresas importantes y, por tanto, lucrativas. Para muchos, de poco han servido los 1,4 billones de euros que el oesteregalóal este a modo de impulso económico. Y es que, a día de hoy y según las cifras oficiales, el salario medio de los ciudadanos de la parte oriental es un 20% inferior al de los occidentales. Por poner otro ejemplo, la tasa de desocupación sigue siendo casi el doble.

Con estos datos, y otros tantos siempre en detrimento del este frente al oeste, no es de extrañar que a pesar de que el producto interior bruto en los cincoländer (regiones) orientales subió en los últimos años del 43% al 73% respecto al occidental, el porcentaje de necesitados de ayudas sociales sea más del doble en la antigua RDA. Aun así, y lejos de lo que se podría desear, las previsiones no vienen sino a dar razones para el pesimismo: según algunos economistas, los estados orientales no alcanzarán el nivel económico de los occidentales hasta dentro de 50 años. Así, losossies-alemanes que nacieron en el este- huyen al oeste cual inmigrantes dentro de su propio país en busca de mejores oportunidades laborales, como lo prueba el hecho de que desde 1990 la población oriental haya descendido en casi dos millones de personas.

PREJUICIOS PERSISTENTES / Pero junto a estas diferencias económicas cohabitan otras de índole social, tanto o más importantes -pero menos visibles- para la comunidad. Todavía quedan muchos perjuicios; así, algunos orientales se quejan de que los occidentales -o wessies- los tratan como ciudadanos de segunda, mientras que los occidentales a veces se quejan de la ingratitud de losossiesy del alto coste de la reunificación. Como en el aspecto económico, sobran los ejemplos: según un estudio publicado por el periódicoDie Welt,uno de cada cinco alemanes nacidos en el oeste nunca ha puesto un pie en el este, lo que evidencia -según este diario- un claro desinterés por esta zona. Y solo hay tres universidades del este que sean consideradas como centros educativos de élite, frente a las nueve de la zona occidental.

En conjunto, factores que en sus dos variantes -económica y social- han generado un sentir similar a la xenofobia aún perceptible y que provoca que solo una minoría de los que fueran habitantes de la RDA se sientan ciudadanos plenos de la república unificada. Y han hecho resurgir lo que se ha definido comoostalgie,la melancolía de algunos ciudadanos del este que opinan que se vivía mejor antes de una reunificación que, como dijo Merkel, aún no ha concluido.

Pero aun así, la unidad sí se ha visto consumada en una de las aspiraciones que mejor definen a un país: su identidad. Alemania, pese a sus diferencias, se une -sin tapujos- para festejar sus éxitos, presumir de su recuperado peso en la escena internacional... en esencia, para mostrar su recuperado orgullo nacional.