CRÓNICA DESDE rabat

Al asalto en busca de mujeres

Paseantes en Rabat.

Paseantes en Rabat.

BEATRIZ Mesa

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El profesor Yehuda Ribco decía que «el sexo distrae, y atrae más que el fútbol, la política y la economía». Basta echar un vistazo a las calles de Marruecos para comprobar la dimensión del apetito sexual. A veces no se trata de una simple distracción sino del acoso y la persecución sistemática en la calle, en la estación de autobuses, en el colmado, en la tienda de babuchas de la medina... Allá donde se erige un cuerpo de mujer, se multiplican los «pss pss»o también «heee... La gazzela, gazzela».

Es la única forma que conocen algunos hombres para atraer la atención de una mujer. No se caracteriza ni mucho menos por la elegancia en el silbido o el tono que se utiliza para llamar «guapita» (gazzelaen árabe) a una musulmana, pero es lo que se ha consagrado desde la aparición del medio urbano y lo que algunos osan llamar cumplidos.

Las muchachas, sin embargo, discrepan. ¿Hasta dónde llega el cumplido y dónde empieza el acoso sexual y la agresión? Dependerá de la reacción de la interesada. Si muerde el anzuelo, las etapas siguientes se desarrollarán de forma natural y satisfactoria para ambos; si, por el contrario, la respuesta es una negativa –como suele ocurrir–, una mirada o un gesto de desprecio o una palabra insultante en defensa propia, la situación se transforma.

El individuo se sentirá dolido y traicionado y seguirá a la mujer para molestarla. Y si la víctima, además de rechazarlo verbalmente, decide condenar la insolencia del acosador elevando su dedo corazón hacia él, el ofendido como mínimo le escupirá a la cara y la increpará para salir del lance triunfante e impune. Un hombre sabe que no arriesga nada. Es machismo en su estado más puro. «A mí hasta me han levantado la falda con el dedo y no he podido hacer nada», explica una joven.

Acoso diario

El 76% de las mujeres aseguran en una encuesta realizada por semanarioTel Quelque sufren acoso a diario. Y en muchas ocasiones, no importa la edad, el velo ni la silueta. Para ellos, la víctima es aquella que se deja ver en la calle. Es el camino más rápido para su deseo sexual en países fuertemente marcados por la represión, la separación entre sexos y hasta por las diferencias sociales y castas. Pero nada de esto justifica el acoso y la agresión verbal, que no dejan de ser otra forma de ataque a la libertad individual.

Algunos hombres se defienden explicando que este es el único medio de buscar mujer en un país donde se mira hasta perturbar pero no se toca, y donde buena parte de las chicas difícilmente hacen vida nocturna, puesto que tienen prohibido exceder determinados horarios. Con lo cual, Cupido solo puede aparecer durante el día y de aquella manera: «pss pss...Gazzela...».

Como en todos los fenómenos, hay excepciones. Asistí a una escena en la que un hombre entró en la tienda de ultramarinos y cruzó una mirada fugaz con la dependienta. Luego intervino un papel con un número de teléfono que derivó en citas para tomar té o café y una petición de mano a los pocos meses. Fue llegar y besar el santo.